ste día, llega al país el primer rompehielos, que fue bautizado General San Martín, a tiempo para ser incorporado a la campaña estival antártica de ese año. Tenía 84,70 metros de eslora, 18 de manga, 6,50 de calado, un desplazamiento de 5.300 toneladas y una velocidad de 16 nudos.
“Su casco había sido construido con acero naval soldado y un forro exterior reforzado de treinta milímetros. Enormes tanques de combustible debidamente protegidos del frío le otorgaban una autonomía de navegación de trescientos días. El buque estaba equipado también con instrumental para estudios oceanográficos y meteorológicos además de un laboratorio fotográfico. El rompehielos podía transportar 160 personas, un avión y un helicóptero, con su cubierta preparada para actuar de helipuerto” (Pablo Fontana. La pugna antártica).
Esta incorporación fue un logro personal del general Hernán Pujato. En 1953, había expuesto su plan antártico y la imprescindible necesidad de contar con un rompehielos. Pero, debido a que “el costo oscila entre los 8 y 14 millones de dólares. Gasto que como usted comprenderá, el país no puede afrontar”, fue la respuesta que le dio en persona el presidente Juan Perón (Susana Rigoz. El conquistador del desierto blanco. Hernán Pujato).
A pesar de ello, Pujato no se desanimó y comenzó a estudiar las alternativas. Se contactó con “el astillero Weser, Seebeck Werf, de Bremehaven, Alemania, que le pasó un presupuesto por la construcción del rompehielos y en un lapso de nueve meses, de tres millones de dólares”. Esa cifra le permitió retomar la iniciativa, que, finalmente, fue aceptada por el gobierno y ordenada su construcción.
Un mes después de su llegada al país, “el General San Martín zarpaba bajo las órdenes del capitán de fragata Luis de Villalobos. A bordo iban Pujato y el comandante de la Fuerza Naval Antártica, el capitán de navío Alicio Eduardo Ogara. Ocho días después el rompehielos comenzaba la primera penetración exitosa del Mar de Weddell, hazaña que era considerada imposible. Ante la eventualidad de que el buque quedara atrapado por los hielos, su tripulación estaba preparada con víveres para un año. El 2 de enero se alcanzó la latitud máxima: 78° 01´ Sur, nunca antes alcanzada por otra embarcación, logro que fue comunicado por los altavoces a la tripulación” (P. Fontana).