n la edición de este día, el diario “La Nación” publica una nota sobre la captura de un grupo tehuelche, en las proximidades de Puerto Deseado, y de su traslado a Buenos Aires. La acción fue concretada por el general Lorenzo Vínter. Entre los cautivos había algunos con rasgos mestizos y en especial una “joven blanca y bastante buena moza” que era hija del cacique Cochingan y de la nieta de la legendaria cacica María, y llevaba su mismo nombre.
Estos rasgos estaban presentes en muchos grupos nativos capturados durante la denominada “Conquista del Desierto”. Ramón Lista relató que “en los mestizos se observa un color más claro y hasta europeo, como he podido notarlo en un cacique llamado Coomchingan, que se dice hijo de india y de un vecino de Carmen de Patagones. Coomchingan mide de estatura cerca de seis pies y se enorgullece de poseer un cortísimo bigote del que carecen los demás indios, quienes sólo tienen en el labio superior una vellosidad insignificante” (Patricia Halvorsen. Identidades enmascaradas en la Patagonia).
Francisco Moreno también aportó al conocimiento de este grupo: “La comitiva la componen cuatro indios que vienen acompañando a la china María, esposa del cacique Cochingan, cuyos toldos están clavados en el valle del Shehuen, inmediato al río Chico”.
El proceso de mestizaje se fue desarrollando a medida que se intensificaban los contactos con forasteros que irrumpían en la región patagónica, algunos de ellos se instalaron en las tolderías y se integraron a la comunidad nativa. Hasta “la legendaria matriarca indiana María Grande”, según el relato de uno de sus biógrafos, era “hija de una tehuelche y de un español, cuando aún allí se tenía a los indios –especialmente a las mujeres – como esclavos. María fue educada y bautizada, pero entre los diez y doce años, su madre se fugó de nuevo a los toldos junto con ella”.
De los apuntes de Charles Darwin surgen informaciones al respecto, que dieron cuenta de que “algunos desertores de los buques loberos y en la misma tribu de María hallaron refugiados a dos marineros portugueses”. Otro informante mencionó a “un tripulante chileno que había desertado de un buque para refugiarse entre los indios. Luego ese aventurero se casó con una mujer indígena y vivió siempre con ellos, adquiriendo no poco renombre por sus excepcionales condiciones de domador y buen jinete” (op.cit.).