ste día, el tren que llega a Trelew traslada “a cuatro pasajeros de nacionalidad norteamericana”, provenientes de Puerto Madryn, “los que causaron cierta curiosidad en el vecindario (…) intrigaba el motivo de la visita a la zona, pues aún se recordaban las fechorías de los bandoleros norteamericanos en la zona de la cordillera y el asesinato del ingeniero Llwyd Ap Iwan en Arroyo Pescado” (Matthew Henry Jones. Trelew. Un desafío patagónico).
Las sospechas y temores de los vecinos de Trelew no fueron infundados. En los primeros años de ese siglo, atraídos por la incipiente riqueza de la Patagonia austral y por la escasa presencia del estado en materia de seguridad, arribaron a la región bandoleros de varias nacionalidades, entre los que se destacaron los que provenían del Far West norteamericano.
Los más conocidos fueron Butch Cassidy y Sundance Kid que se instalaron en Cholila, en el oeste chubutense, con la apariencia de ser honestos hacendados y con estrechos vínculos con la comunidad. Esa buena imagen tuvo un momento cumbre cuando el propio gobernador del territorio, Julio Lezana, los visitó en su casa, participó de una fiesta y bailó con la esposa de uno de ellos.
Pero, estos bandoleros no fueron los únicos. Una larga lista elaborada por historiadores incluye a Andy “Dientes de Oro” Duffy, Bob Evans, Mansel Gibbon, Ben Kilpatrick, Elzy Lay, Peter Litjens, Harvey “Kid Curry” Logan, Frank Murray, Rufus May, Ricardo Perkins, Ray Walters y Matt Warner. Todos ellos fueron detenidos por la policía acusados de distintos delitos como asaltos a casas de comercio o a bancos, como el de Londres y Tarapacá de Río Gallegos y el Nación de Mercedes, San Luis (Marcelo Gavirati. Buscados en la Patagonia).
Con esos recuerdos frescos, los vecinos de Trelew intentaron resolver sus interrogantes sobre los visitantes. “Para salir de dudas, hubo quien decidió entrevistarlos, yendo directamente al que parecía ser el jefe del grupo, preguntándole en inglés, qué misión los había traído al Chubut. La respuesta no se hizo esperar, aclarándole que habían venido en una misión encomendada por el Colegio de Amherst, del estado de Massachusets, para hacer estudios geológicos del país y que tenían programado recorrer la zona hasta la desembocadura del río Chico, y desde allí hasta la zona de los lagos Munsters y Colhué Huapi, para continuar luego hasta Comodoro Rivadavia” (M.H. Jones).
