Capitán holandés ordena súplicas y ayunos por el buen viento
El 6 de octubre de 1599

Capitán holandés ordena súplicas y ayunos por el buen viento

06/10/2017
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ste día, el capitán holandés Sebalt de Weert ordena a la tripulación que hicieran “súplicas y ayunos” por el viento favorable que había comenzado a soplar y que les permitía ingresar nuevamente en el estrecho de Magallanes desde el océano Pacífico. “Pasaron ese día suplicando, dando eternas gracias a Dios, creador de todas las cosas, por su inmensa misericordia; pues tantas veces y en tan desesperados males clementísimamente los había socorrido y recientemente, cuando a todos amenazaba hambre tremenda, les había dado abundantes peces y aliviado con creces la penuria” (Sebalt de Weert – Willem Schouten. Descubrimiento del Cabo de Hornos).
Ese día todos permanecieron en esa situación, “con corazones contritos y unánimemente, lo invocaban, para que también protegiera con su piadosa custodia a las otras naves, alejadas de su sociedad, y gobernara su curso, de modo que pudieran llevar a cabo la misión y volver con gran gozo por fin a casa”. Estos temores estaban fundados en que, sólo durante su permanencia anterior en el estrecho, habían perdido un centenar de hombres fruto de diversas enfermedades, principalmente escorbuto y las derivadas del frío y el hambre.
La expedición había partido de Ámsterdam en junio del año anterior y estaba compuesta por cinco navíos. Se proponían navegar rumbo a las islas Molucas, en el extremo oriente, “para que de esa manera los comercios y negociaciones fueran más fáciles y rápidos”.
La misión holandesa se tuvo que enfrentar con el desconocimiento de esa nueva ruta y con las rigurosas condiciones climáticas australes. Además, las provisiones que llevaban no eran suficientes para abastecer a los tripulantes durante el prolongado periplo y debían ser nutridas con la recolección de agua potable y vegetales, y la cacería que emprendieran en las costas visitadas. Así, se debieron contentar con comer “topos, ratones, serpientes y otras bestias abominables”.
Los contactos con los nativos también dejaron numerosas víctimas y los motines, gestados por el malestar que imponían las privaciones, derivaron en condenas a muerte o abandono de los implicados.
Willem Schouten logró descubrir un segundo paso hacia el Pacífico, a través del Cabo de Hornos y llegar a Oriente. En julio de 1617 retornó a su país junto a una veintena de sobrevivientes, habiendo cumplido una nueva circunnavegación del planeta.

Autor : Bernardo Veksler
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