uego de ser desviado de su objetivo, en el verano de 1773, por la acumulación de “hielo que se extendía a todo lo largo del horizonte meridional hasta donde la vista podía alcanzar”, el capitán James Cook, en el mes de noviembre reanuda “su búsqueda por el Antártico”, cuando a “los 59º 40' de latitud encontró una fuerte corriente que se dirigía hacia el sur”, según el relato del escritor Edgar Allan Poe, en su libro “Las aventuras de Arthur Gordon Pym”.
El autor norteamericano introduce esa información en su relato de ficción, para dar cuenta de los primeros propósitos de arribar a las ignotas costas antárticas. De esos intentos Cook había dejado varias descripciones de sus viajes, que fueron las primeros antecedentes documentales de la navegación por mares antárticos. El marino inglés había supuesto su existencia “por el gran número de aves que se veían y por otros indicios”, que le permitió deducir que “se hallaban en las inmediaciones de alguna tierra”.
Su navegación a bordo del barco “Resolution”, le permitió alcanzar los 70° 23´ de latitud y encontrar una gran cantidad de albatros, pingüinos y petreles. “A los 70º 10' de latitud y a los 106° 54' de longitud oeste, los navegantes se vieron detenidos, como anteriormente, por una inmensa extensión helada, que limitaba toda el área del horizonte meridional. El borde septentrional de aquella extensión era escabroso y quebrado, tan compacto que era de todo punto infranqueable, y extendiéndose cerca de una milla hacia el sur. Más allá la superficie helada era relativamente lisa hasta cierta distancia, acabando allá en lontananza en una hilera de gigantescas montañas de hielo, descollando unas sobra otras. El capitán Cook dedujo que este vasto banco de hielo llegaba hasta el polo sur o que se unía con algún continente”.
Luego, en 1803, los navegantes rusos Kreutzenstern y Lisiausky avanzaron hacia el espacio comprendido al norte por “Georgia, al este por la Tierra de Sandwich, al sur por la isla Orkneys y al oeste por las islas Shetland del sur”.
En 1822, el capitán James Weddell “penetró más lejos hacia el sur que cualquier otro navegante anterior, sin encontrar dificultades extraordinarias. Alcanzó el paralelo “74º 15' de latitud, no vio bancos de hielo, sino tan sólo tres islas” al “sur de las Shetland”, pero desechó la existencia de un “continente en las regiones polares del sur”.
