ste día, Tomé Hernández, el único sobreviviente de la aventura colonizadora del estrecho de Magallanes, presta declaración ante el virrey del Perú, Francisco de Borja, príncipe de Esquilache.
Luego de describir los percances que tuvo la expedición comandada por Pedro Sarmiento de Gamboa para arribar al estrecho, Hernández se centra en las penurias extremas que sufrieron durante los dos años y medio que residió en la zona austral y la mortandad masiva sufrida por los colonos.
La inquietud principal del interrogatorio se volcó hacia las experiencias de los contactos que tuvieron con los nativos del lugar. El sobreviviente relató algunas de ellas: estando “en la punta de Santa Ana (…) vinieron de paz doscientos cincuenta indios, varones y hembras agigantados, a hablar con los españoles, los cuales le regalaron: con que se fueron. Y de allí a tres noches vinieron a dar sobre los nuestros, y pelearon un rato con ellos, de que salieron algunos soldados heridos”. Como represalia, se ordenó a un comando internarse en tierra. Cuando se encontraron, todo parecía pacífico, “hasta que el capitán Iñiguez dio voces, diciendo: que lo llevaban aquellos indios, y cobraron al capitán. Y cuando les tiraban, se sacudían con las manos las postas que les alcanzaban en los cuerpos, pareciéndoles que era cosa que con sacudirla se les caería” (Pedro Sarmiento de Gamboa. Viaje al estrecho de Magallanes).
En otra ocasión, los españoles fueron atacados, “los soldados procuraron defenderse con las armas que llevaban, aunque no pudieron usar de los arcabuces, porque llevaban apagadas las cuerdas a causa de que no se gastasen. Y de la refriega que tuvieron mataron los indios un cabo (…) e hirieron otros ocho soldados con las flechas, de que vinieron después a morir”, por lo que supuso que tenían “untura de hierbas venenosas”.
Un tema recurrente fue saber cómo se sustentaban los nativos. Hernández contó que una vez, “vio que algunos indios traían pedazos de ballenas, y mariscos de que comían, y que una mujer española (…) vino a parar en poder de los indios, de dos que cogieron caminando por tierra, y a la otra la mataron, y que esta mujer quedó viva entre ellos, la tuvieron tres meses, y al cabo de ellos le dieron libertad: y decía que no tenían población, y se sustentaban de unas raíces y marisco, y lobos y ballenas, y que no tenían sembrados” (op.cit.).
