ste día, el rey español Carlos I firma la autorización para financiar la expedición de Hernando de Magallanes, que se proponía encontrar un paso hacia el mar del Sur (océano Pacífico) que facilite el acceso al Extremo Oriente.
Lograr este objetivo permitiría eludir el control que ostentaban de las rutas hacia el sudeste asiático Portugal, Venecia y Turquía, para comerciar las apetecidas especias. El autor del proyecto, Magallanes, propuso la búsqueda de una opción austral. “La insólita alternativa propuesta por el experto marino portugués consistía en bordear América del Sur y hallar un paso aún inexistente e improbable hacia el océano Pacífico para acceder a las especias navegando sólo por territorio español” (Revista Fuego N°1).
Con la financiación aprobada por el rey, fue posible el armado de una flota de cinco navíos, pertrechadas para un viaje tan exigente y para brindarle sustento a la tripulación, compuesta de 265 hombres. La escuadra estuvo compuesta por las naves: “Trinidad” (capitana), “San Antonio”, “Concepción”, “Victoria” y “Santiago”. La partida se produjo el 20 de setiembre de 1519 desde el puerto de Sanlúcar de Barrameda.
En la recorrida de la costa sudamericana hacia el sur, Magallanes varias veces creyó encontrar el ansiado paso hacia el Pacífico. Así pasó con el estuario del río de la Plata y luego con la desembocadura del río Santa Cruz.
Estas frustraciones no hicieron declinar la fe en la empresa del portugués, pero muchos de sus hombres comenzaron a dudar de que sea posible. A la falta de convicción se sumaron las inclemencias del mar austral, las tormentas y los vientos, que produjeron desaliento y amotinamientos. Magallanes respondió con mano dura y doblegó a los rebeldes.
El 21 de octubre de 1520 divisaron el cabo Vírgenes y las creencias del comandante se materializaron. No obstante, la travesía de los 550 kilómetros del estrecho le demandó a la flota otros 38 días de navegación para alcanzar el Pacífico.
La inmensidad de este océano, las adversidades y hostilidades de nativos dejaron en el camino a la mayoría de los hombres y de los barcos. Así, tres años después, 18 sobrevivientes pudieron regresar a España a bordo de la “Victoria” y consumar una de las hazañas más enormes de la humanidad. Al frente estaba Sebastián Elcano, quien había sido uno de los amotinados perdonados por Magallanes.
