Logran siete días de libertad tras fugarse dos veces en un mes
El 17 de septiembre de 1906

Logran siete días de libertad tras fugarse dos veces en un mes

17/09/2018
L

os penados número 58, 79, 93 y 99 intentan fugarse, pero su intención fue rápidamente desbaratada por personal penitenciario que advirtió sus sospechosos movimientos.
A pesar de que debieron cumplir un “castigo de reclusión en la celda durante los recreos”, un mes después “volvieron a intentarlo mientras se encontraban trabajando en la quinta. Escaparon al bosque para alcanzar la bahía Lapataia donde podían embarcarse, algunos, como el 93, con los grillos puestos, tras atacar y arrebatarles las armas a un guardián y un soldado (los dos únicos responsables de la guardia de dieciséis personas). La suerte de los cuatro fue diversa, ya que no pudieron mantenerse unidos” (Silvana M. Cecarelli. El penal fueguino).   
El primero en ser recapturado, había optado por refugiarse en una casilla en el bosque, “cerca de la bahía Ensenada y remitido de vuelta a Ushuaia, donde declaró ante el juez que lo había intentado por los malos tratos de que era objeto”.
El segundo fue el 93, que cargaba con la dificultad para movilizarse que le imponían los grilletes en sus tobillos, de los que no había podido liberarse. Por esa razón, fue “abandonado a su suerte por los otros, fue alcanzado por los disparos, sometido y devuelto a la prisión”.
“Los dos restantes pudieron seguir su marcha hasta el lugar planeado, pero fueron descubiertos una semana después por una de las comisiones que se habían formado para su persecución y se trabaron en un tiroteo”, que culminó con la muerte de uno y heridas de gravedad al otro. Éste, a pesar de su estado agonizante, “tuvo la ocasión de declarar ante el Juzgado, constituido en la localidad para esclarecer la responsabilidad sobre la huída”.  En su testimonio afirmó “que lo había intentado por los malos tratos de que era víctima en la cárcel, donde además le hacían padecer hambre y frío”. Poco después falleció.
“La captura de los evadidos pudo concretarse con la participación de los vecinos, que para tal fin eran convocados por el jefe de Policía como un deber cívico, ante la poca cantidad de personal para llevar a cabo el rastrillaje de una geografía tan compleja”. Además, los efectivos contaron “con la ayuda de aborígenes que actuaban como baqueanos. También tuvieron el apoyo de particulares, como la embarcación que les facilitó el administrador del aserradero de Lapataia” para trasladar a los apresados y a los fallecidos hacia Ushuaia.

Autor : Bernardo Veksler
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