ste día, la Corte de Valparaíso aprueba el sobreseimiento de Aquidián, quien había sido acusado de matar a un nativo por pedido del cacique Mulato.
La causa se había iniciado con la denuncia del hecho por parte del nativo Cornelio, quien declaró “que mi hermano Buendía fue muerto por Aquidián a puñaladas. Según he tenido noticias el indígena Mulato creyó que mi hermano era brujo, lo que no es verdad, por lo cual comisionó y ordenó al indio Aquidián que diera muerte a mi hermano en el lugar donde lo encontrara”. Ambos se encontraron en Cerro Pampas y Aquidián “le dio licor hasta emborracharlo y cuando estaba en ese estado (…) mató a mi hermano y lo dejó en el suelo” (Carlos Vega Delgado. Revista Impactos N°82).
Cornelio añadió que había tenido conocimiento “de que Mulato había dado orden de muerte para uno de nosotros por noticias del cristiano José Zúñiga, que me las dio en días anteriores diciéndome que no bebiéramos y nos guardáramos de pasar cerca de Mulato”.
Formulada la denuncia, Mulato fue citado ante el juez y declaró que era “completamente falso que yo tomando a Buendía por brujo lo haya mandado a matar”. Otros testigos fueron citados, el mencionado Zúñiga y un agente de policía, pero nunca llegaron a declarar.
Finalmente, un tal Vásquez declaró que “el lugar del homicidio estaba a 70 leguas de la residencia de Mulato” y que “el indio a quien se le atribuye el hecho ni pasó por las casas de Mulato, sino que venía directamente de la Argentina y que el único que debe tener conocimiento de los hechos es Juan Brito, comerciante ambulante de licor en los campos, quien dice que después de cometido el crimen, el indio autor del hecho se arrancó en un caballo de su propiedad” y se fue.
Ante las controversias de los testimonios, el juez dispone que, “hasta hallar mejores datos que permitan proseguir con la investigación”, se archive el expediente en el Juzgado de Letras de Magallanes. El acusado Aquidian no llegó a comparecer en el complicado proceso judicial que se había generado.
La investigación del historiador Carlos Vega Delgado permitió desempolvar este expediente judicial que permanecía olvidado. En sus fojas sale a la luz la complicada integración de una sociedad con tantos matices culturales y las dificultades que se le presentaban a la justicia para esclarecer los delitos.
