esde Puerto de la Soledad, el capitán de fragata Ramón de Clairac y Villalonga, gobernador español de las islas Malvinas, retrasmite a sus superiores en Buenos Aires las versiones recogidas de navegantes de los mares australes, quienes aseguran que durante ese año, en la isla de los Estados, los ingleses “habían instalado una población llamada Nueva Irlanda” (Ernesto J. Fitte. Crónicas del Atlántico Sur).
Desde que se consumó “el abandono definitivo de Puerto Egmont por los ingleses en 1774, como consecuencia del cumplimiento de la cláusula secreta incluida en el convenio de restitución del 22 de enero de 1771”, ninguna de las partes firmantes quedaron satisfechas. “Los intrusos se prometieron regresar, dada la estratégica posición del emplazamiento, ejerciendo el contralor de las comunicaciones entre los dos océanos, y de su parte España no se fio del compromiso contraído por quienes evacuaban de mala gana esa tierra hispánica, suya por derecho de descubrimiento y por estarle reservada conforme al tratado de Utrecht”.
A la versión trasmitida por Clairac y Villalonga, se sumaba el informe elevado al rey Carlos IV por el virrey del Río de la Plata, Nicolás de Arredondo, que denunciaba que “emisarios bajados de una fragata en la costa patagónica, regalaban a los indios abalorios y sables, indicándoles que debían usarlos para cortar cabezas de cristianos” (op.cit.).
No obstante la inquietud virreinal, por esos años no se producirá ninguna novedad en esa materia. Por el contrario, la situación pega un giro drástico en el bando español, debilitando sustancialmente sus posiciones coloniales. En primer lugar, el avance de los ejércitos napoleónicos que invaden España y apresan al rey Fernando VII, y luego el proceso de emancipación de las colonias de América, que aprovecharon la acefalia monárquica para liberarse del sometimiento a la corona, comenzaron a constituir gobiernos criollos y a prepararse para librar la guerra de emancipación latinoamericana.
Establecida la Primera Junta, al no contar con fuerzas navales para salvaguardar los dominios heredados de España, no establecieron ninguna dependencia oficial en Malvinas. En tanto, los realistas se concentraron en Montevideo y pusieron todas sus fuerzas al servicio del bloqueo de Buenos Aires, decidiendo la retirada del gobernador Pablo Guillén y de todo el personal virreinal de las islas.
