Helicópteros fueguinos: más allá del turismo
“No vivimos de los rescates pero vivimos en Ushuaia”

Helicópteros fueguinos: más allá del turismo

La única empresa de helicópteros en la región, HeliUshuaia, creada con capitales e integrantes fueguinos, también dispone sus unidades para rescates e investigación científica. La última adquisición es una unidad que puede amerizar en casos de rescates que requieran sobrevolar superficies marinas.
25/01/2019
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brochate el cinturón”, me dice Daniel, el piloto asignado para el viaje, una vez que entré al Robinson TH y ocupé uno de los dos asientos delanteros. Obedezco mientras registro todo alrededor: pantallas, medidores, controles; del otro lado del parabrisas, el Canal de Beagle, el centro urbano de Ushuaia, el cordón montañoso. Por dentro, el helicóptero es chico, hay asientos para cuatro personas. La duración estimada del recorrido es de quince minutos. Quince minutos, pienso. ¿Qué se puede hacer en quince minutos? Salvar una vida, me dirá dos días después Osvaldo Mella, piloto y fundador de HeliUshuaia.
HeliUshuaia es la única empresa de helicópteros de la región, creada por fueguinos con capitales e integrantes fueguinos. Es la única ahora y fue la única cuando Mella y Roberto Valdés empezaron el proyecto. “Originalmente queríamos comprar el helicóptero para el Aeroclub. Una comisión directiva dijo que no, y con Roberto empezamos a mirar para comprar un chiche usado para nosotros. Después iniciamos el curso en Buenos Aires (Hangar 1)”. Osvaldo Mella, cuyo nombre de pila es Edelio, está sentado junto a Roberto en el primer piso de las oficinas de la empresa, en el predio que linda con el Aeroclub.
Cuando finalmente trajeron el helicóptero, solo tenían licencia para hacer vuelos privados. El único que podía hacer otro tipo de viajes era un piloto de la Armada que vivía en la ciudad. Un día surgió una propuesta. El piloto de la Armada accedió y ese fue el primer trabajo que tuvieron: llevar a un fotógrafo chino muy famoso a sacar fotos del Perito Moreno. A partir de entonces se dieron cuenta de que tenían que hacer horas de vuelo y rendir examen para ser pilotos comerciales. Consiguieron las licencias de pilotos comerciales y, más tarde, las de instructores. Tiempo después, la adquisición de la segunda unidad no fue por motivos comerciales sino por seguridad: si el único helicóptero que había en la provincia tenía un problema en medio de la montaña, la única forma de asistencia era con otro helicóptero. Esos fueron los orígenes de lo que más tarde sería HeliUshuaia.
Desde el aire veo la ciudad en su conjunto, los autos. Si bien miles de veces vi desde un avión comercial las montañas y las casas, esto no se parece en nada. El contacto con el aire es mucho más directo, más vertiginoso, más vibrante. Desde la perspectiva operativa también hay diferencia: “El helicóptero es muy sensible: en el avión podés soltar los mandos un ratito para comer un sandwich, tomar algo. En el helicóptero, desde que te subís hasta que te bajás no podès soltar nada porque el helicóptero se descontrola”, cuenta el piloto Daniel. La diferencia también se siente en los costos: la hora de vuelo vale tres o cuatro veces más que una hora de avión. Una de las causas es que las piezas del helicóptero son móviles, no fijas como las de los aviones. “Las alas de un avión son fijas, no tenés rotor de cola… el helicóptero se compone de un montón de piezas móviles que tienen un desgaste. A lo largo de la vida útil del helicóptero hay que ir reemplazándolas”, aclara Roberto Valdés, que está sentado junto a Mella en la oficina y entre los dan un panorama general del mundo de los helicópteros.
 
Rescates
 
Las ventajas de utilizar helicópteros para rescate son múltiples: se tarda quince minutos en llegar a un sector que por tierra demoraría una jornada entera, se requiere menos recursos humanos para transportar elementos como camillas y elementos de auxilio, y la vista aérea permite localizar objetivos con mayor rapidez.
Sin embargo, además del desgaste de la vida útil de las piezas, otras consideraciones como el mantenimiento, habilitaciones y seguros hacen que para el Estado sea muy costoso tener helicópteros dedicados especialmente a rescates. Por ese motivo, cuando hay que hacer rescates en bosques o zonas de difícil acceso, HeliUshuaia, que subsiste gracias al turismo, pone sus unidades a disposición.
Cada año, HeliUshuaia participa de unas cuatro o cinco emergencias importantes, desde incendios forestales hasta búsqueda de personas. La última fue la de Mónica Rocha, que después de tres semanas de rastrillaje apareció sana y salva en el Cerro Michi. Para este tipo de situaciones, HeliUshuaia adquirió camillas y una Bambi Bucket, pieza que puede recoger 200 litros de agua del mar y arrojarla cenitalmente sobre un incendio. Además, este año se adquirió el tercer helicóptero de la flota, un Robinson que tiene la posibilidad de posar sobre el agua en casos de emergencia. Es una tecnología inédita en la región que permite trabajar con mayor tranquilidad al sobrevolar superficies acuáticas. También se disponen las unidades para situaciones de menor riesgo, por ejemplo, cuando una persona se esguinza un tobillo en la Laguna Esmeralda y no puede seguir la travesía.
“Una persona caminando tarda hora y media, dos horas. Si se esguinza un tobillo, tienen que ir entre seis y ocho personas que llevan la camilla junto a los relevos que tienen que hacer entre ellos”, dice Mella. “Tardan no menos de seis horas si lo hacen rápido. En el helicóptero, ir a buscarla y traerla son quince minutos, y solo van el paramédico, el piloto y la persona esguinzada”.
El Estado no siempre reconoce el empleo de recursos que significa para la empresa la movilización de piezas aéreas de esas características. Por otra parte, frente a una emergencia se agotan otras instancias antes de acudir a la vía aérea, lo cual representa para el Estado un gasto de recursos y tiempo que podría reducirse si hubiese un protocolo oficial que incluyera el servicio de helicópteros desde un primer momento. “Muchas veces, cuando las papas queman ya es tarde. Pasaron varias horas y ya oscureció, o bien a la mañana, cuando ocurre el hecho, el clima es favorable pero después el clima ya no nos permite salir”, explica Valdés.
Mella y Valdès asumen que la posesiòn de helicópteros en un lugar de geografías tan ríspidas y sin otras unidades en varios cientos de kilómetros de distancia, es una responsabilidad. “Nosotros no vivimos de los rescates pero vivimos en Ushuaia”, resume Mella.
Otras tareas que se suelen realizar con objetivo comunitario son las investigaciones en conjunto con el CADIC. Tanto relevamientos geológicos como ayudas para erradicar la invasión de castores, desde localización de castoreras hasta trabajar con la erradicación propiamente dicha. En palabras de Valdés: “trabajamos con los cazadores trasladando trampas, material de campamento. Son quince minutos de vuelo para lo que en otras circunstancias se tarda un día entero en llegar”.
 
Proyectos
 
Desde hace varios años impulsan un proyecto para conectar la isla con bases antárticas. Argentina es uno de los países que más bases antárticas en la zona de la península, “y sin embargo la conectividad aérea pertenece a Chile en su totalidad. Nosotros venimos planteando esto hace rato, que no estamos desarrollando esa conectividad. Falta una decisión política y algún tipo de inversión por parte de Argentina en estas bases”, explica Valdés.
Por su parte, Mella agrega que: “además, serviría por cuestiones logísticas. Si el país tomara la decisión de desarrollar la actividad, mejoraría la parte logística, tanto para la Argentina como para otros países. Todos los países que tienen base en la Antártida concentran su logística aérea por Chile. Argentina tiene la posibilidad enorme de sacar provecho de esas conexiones”.
Entre otras iniciativas, Mella y Valdès también han presentado proyectos para hacer un helipuerto en la ciudad con inversiones propias, hasta ahora sin respuesta.
El piloto Daniel nos lleva al Rìo Encajonado y emprende la vuelta. El helicóptero se mueve por el viento, algunas gotas de lluvia se pegan al parabrisas. En pocos instantes ya estamos de nuevo en el Aeroclub, en la pista de la Armada, que presta sus instalaciones como espacio de operación. El viaje duró quince minutos.

Autor : Pablo Nardi
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