uego de la rendición de Namuncurá y las detenciones de Sayhueque e Inacayal, junto a tres mil hombres, después de la última batalla; este día, el general Lorenzo Vintter informa al jefe del Estado Mayor General del Ejército, general de división Joaquín Viejobueno, sobre el fin de la resistencia de los nativos patagónicos.
El avance había comenzado en marzo de 1881. Vintter diseñó una campaña de pinzas para que confluyan en el lago Nahuel Huapi las brigadas de Chos Malal que avanzó por la montaña, la de Choele Choel y la del fuerte Roca por los afluentes del río Limay. Mientras las tribus buscaban refugio en la cordillera.
El mensaje triunfal afirma: “ha desaparecido para siempre en el Sud de la República toda limitación fronteriza contra el salvaje. El antiguo dominador de la Pampa, el conocido Namuncurá por larga tradición que se presentó con los restos de sus aguerridos guerreros y familias acatando las leyes del país en Marzo del año que acaba de finalizar, se halla asentado en Chimpay, acantonamiento de esta Línea militar entregado por completo a las prácticas de la vida civilizada. El Cacique Sayhueque, cacique eminentemente prestigioso por su poder entre todas las tribus que tenían sus tierras entre el río Collón Curá, afluente del Limay al norte y el Deseado al Sud, acaba de efectuar su presentación voluntaria y, con él también los caciques de orden inferior, Inacayal, Huenchenecul, Chiquichan, Qual Salvutia, Prayel, Nahuel, Pichi Curuhuinca, Cumilao y otros, incluso el obstinado y rebelde Joyel [Foyel?], cuya tribu fue últimamente derrotada en las orillas del Genua…” (Ana Rocchietti. Mapuce: La verdad de la cultura. Revista Tefros – Vol. 5 N° 2 – Primavera 2007).
A partir de ese momento, se desató el frenesí por ocupar el territorio conquistado. “Las tierras fiscales de La Pampa, Neuquén y Río Negro fueron repartidas de acuerdo con la Ley de Empréstito de 1878 (pago con tierras a los particulares que financiaban la “Conquista del Desierto”) y por la Ley de Premios Militares que proporciona hectáreas a los que participaron de las campañas militares y por varias leyes más”.
No obstante, la cantidad de beneficiarios se redujo notablemente: “Rápidamente las tierras se concentran en pocas manos en la medida en que se entregaban en bonos transferibles al portador. Se repartieron 4.750.740 hectáreas a 545 propietarios” (op.cit.).
