n una carta, fechada este día, la corporación inglesa Falkland Islands, que ostentaba la explotación monopólica del ocupado archipiélago de Malvinas, solicita información al ministerio de relaciones exteriores británico sobre si el “río Negro, la frontera sur del territorio de Buenos Aires, se encuentra sometido al bloqueo de los Franceses”. La misiva firmada por G. I. Whitington y tiene como destinatario al vizconde Palmerston. (Ernesto J. Fitte. Crónicas del Atlántico Sur).
Esta solicitud fue enviada reiterando una petición anterior que no había obtenido respuesta oficial.
La contestación fue remitida por el primer ministro, quien “dispuso se expresase al interesado que ateniéndose a los últimos despachos provenientes del representante británico en Buenos Aires, nada inducía a pensar que el mencionado curso fluvial estuviese bloqueado por una fuerza naval francesa”.
El interrogante planteado, sobre cuál era el propósito de la corporación, no queda muy claro en el pedido de informes. No obstante, nueve años después, vuelve a plantearse el tema de una manera más explícita. Esta vez, “Mr. P. L. Simmonds inició consultas tendientes a averiguar derechamente si en el caso de establecerse una colonia en territorio ubicado más abajo del Río Negro, el gobierno de Su Majestad concedería a los pobladores la protección requerida ante la contingencia de producirse un ataque exterior”.
La respuesta oficial fue evasiva, se limitó a plantear que no se encontraba con atribuciones para “intervenir de ningún modo en la materia”.
Simmonds, entonces, cambió el ángulo del pedido y se dirigió al Foreign Office, “inquiriendo días después si efectivamente la política” del imperio británico reconocía “la pretensión de la República Argentina que la Patagonia, desde el Río Negro hasta el cabo de Hornos, le pertenece”.
En este caso, Palmerston respondió que la cuestión “es una que no ha sido suscitada entre el gobierno de Buenos Aires y el de Gran Bretaña no sintiéndose por ese motivo autorizado a emitir apreciación alguna fuera de lo ya consignado” (op.cit.).
Este intercambio epistolar denotaba que entre los proyectos expansivos de la compañía, que se beneficiaba de la ocupación británica de las islas, se encontraba la posibilidad de instalar una factoría en algún lugar de la Patagonia, con el propósito de repetir lo consumado en Malvinas con el despojo de 1833.
