Norteamericano sigue a barco argentino para descubrir lobería
EL 3 DE SEPTIEMBRE DE 1819

Norteamericano sigue a barco argentino para descubrir lobería

03/09/2020
E

l navegante norteamericano Nathaniel Brown Palmer, al enterarse que el barco argentino ‘Spiritu Santo’ se dirigía hacia una gran lobería, se dispone a seguirlo. Así logra detectar una inmensa colonia de lobos marinos. El sitio, que era mantenido en secreto por los argentinos, estaba ubicado “en una de las islas Shetland, posiblemente Decepción” (Cristina Montalbán y Ricardo Capdevila. Fuego de encuentro y divulgación. Fascículo N°3).
El bergantín ‘Hersilia’ había estado cazando lobos marinos cerca del Cabo de Hornos. El comandante J. P. Sheffield llevó el buque hasta las Malvinas donde dejó a Palmer, su segundo, con algunos hombres, para conseguir víveres y agua dulce, mientras continuaba su cacería.
Al llegar el ‘Spiritu Santo’, Palmer tomó contacto con el comandante y se enteró que se dirigía hacia el sur, a un lugar donde abundaban las focas y cuya posición geográfica no quería divulgar.
Cuando el barco porteño abandonó el fondeadero de Malvinas. Palmer esperó el arribo del ‘Hersilia’ para informar al capitán de su descubrimiento. Entonces Sheffield decidió  seguir el rum¬bo del ‘Spiritu Santo’ para detectar el lugar donde los argentinos cazaban.    
El descubrimiento le permitió a los norteamericanos alcanzar las Shetland del Sur, desconocidas en esa época por los navegantes de su país. También pudo llenar sus bodegas, regresando al puerto de Stonington con diez mil cueros de lobos marinos.
Este enorme cargamento fue noticia en Estados Unidos y abrió un ciclo fatal, entre 1819 y 1824, de “cinco temporadas de intensa y devastadora cacería de focas antárticas”.
Como dato ilustrativo de la matanza desatada, según los cálculos del capitán James Weddell, “en la temporada de 1822 se habrían extraído 1.200.000 pieles, lo que significó la virtual extinción de la especie”.
Esta incursión avasallante de loberos sobre las recién descubiertas islas antárticas, significó en poco tiempo el agotamiento del recurso.
“Entre 1842 y 1848 se podría ubicar un breve renacimiento de la actividad foquera. A partir de 1874 (…) los foqueros norteamericanos restablecieron la actividad en un nivel que comprometió las posibilidades de recuperación de la densidad poblacional de esos animales (…) El ciclo lobero había llegado a su fin, comenzando la era de la caza de ballena, después de haber coexistido ambos ciclos en un mismo período” (op.cit.).

Autor : Bernardo Veksler
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