ste día, “uno de los fueguinos, pasando con un hachón encendido cerca de nuestras casas, había pegado fuego a los arbustos que las rodean. El incendio ganó pronto los árboles vecinos y estos amenazaban la casilla de nuestra gente” (Louis-Ferdinand Martial. Misión al Cabo de Hornos).
El canoero había actuado sin medir los riesgos de trasladar la antorcha cerca de la vivienda. “Felizmente nuestros obreros estaban trabajando cerca de allí, por lo que pudieron marchar apresuradamente en socorro de nuestros trabajos y despejaron rápidamente los alrededores del edificio”.
El siniestro alteró las tareas de la expedición científica. En “lo sucesivo procuraríamos ponernos al abrigo de accidentes parecidos cuyas consecuencias era fácil prever, desde que las casas eran exclusivamente de madera blanca”.
Como primera medida se “prohibió por de pronto a los indígenas andar con tizones; el que había sido autor inocente de esta alarma había sido maltratado por los marineros, que habían atribuido el incendio a malicia; y di órdenes severas para evitar estos procedimientos, que podían acarrear la venganza de los salvajes”, y se tomaron todas las precauciones para evitar que se repita el incidente.
Una semana antes del incendio, los expedicionarios fueron visitados por los canoeros, “seis piraguas” se hicieron presentes. Uno “de los naturales, vestido y pintado como los otros, subió a bordo. Hablaba bastante bien el inglés y leía casi correctamente en un libro que le hice dar por pedido suyo (…) poco después se retiraron y fueron a instalarse al fondo de la bahía”. Al otro día, el nativo que hablaba inglés regresó y pidió quedarse con los franceses.
La misión científica francesa se había instalado en la bahía Orange, al sur de la isla Hoste. Allí construyeron los edificios para alojamiento de los hombres comandados por Louis-Ferdinand Martial y para los instrumentos de medición que utilizaban.
Desde esa sede la expedición patrocinada por el gobierno francés tenía como objetivo central la observación del paso del planeta Venus frente al disco solar. No obstante, se convirtió en “un evento sin precedentes en cuanto a la recolección de datos referidos a las ciencias naturales, la hidrografía y la etnografía”. Como aporte a la posteridad, la misión dejó una cantidad enorme de fotografías de los canoeros y apuntes interesantes sobre sus hábitos culturales.
