ste día, el gobernador magallánico Manuel Señoret anuncia la realización de un viaje de inspección a las islas situadas en el canal de Beagle. El propósito del viaje era constatar la presencia de buscadores de oro y ejercer la soberanía sobre esas islas.
En el último trimestre, habían salido desde Punta Arenas quince “embarcaciones de todos los tamaños incluyendo un vapor de 250 toneladas y ‘250 pasajeros, provisiones y mercaderías’. Este movimiento estaba originado por los lavaderos de oro que durante 1892 habían producido entre 700 a 800 kilos de este metal” (Mauricio Jara Fernández. Las “islas australes” y los prolegómenos de la política antártica chilena, 1892-1896).
Señoret se proponía establecer un núcleo inicial de pobladores para abastecer a los oreros y evitar que ese tráfico sea capitalizado por Ushuaia. La magnitud del comercio que se podría generar era interesante, dado “que en octubre de 1892 se habían extraído entre 1.000 a 1.200 kilos de oro” en “Lenox y Navarino y, en estas islas trabajaban alrededor de 700 individuos en ambiente inhóspito por las inclemencias del clima y sin agua y alimentos abundantes”.
El yacimiento más rico “estaba en las playas de Lenox pero ya se encontraba agotado (…) los mineros se habían trasladado a Navarino y Hoste en busca del metal dorado”. La mayoría de los mineros eran provenientes del imperio austríaco.
En Ushuaia se pensaba que “desde 1881 hasta 1892 Chile no se deja ver por ninguna de las islas que hoy reclama. Ni las ocupa, ni las visita; ni a ellas, ni a sus mares”. El gobernador Mario Cornero requirió “instrucciones del Poder Ejecutivo Argentino, en enero de 1892, en razón de que había oído en Punta Arenas versiones atribuyendo a Chile las islas Picton y Nueva”. Dando muestras de la nebulosa en que se encontraba la delimitación fronteriza en el canal de Beagle.
Señoret constató que quedaban “en la isla Lenox como 600 mineros. Los demás se han repartido en diversos puntos en esta forma: Navarino 200 –Isla Nueva 200- Islas Cabo de Hornos 150”. Además, y como un dato no menor, “día a día escasea más el oro. Se ha desarrollado el escorbuto y hay muchos enfermos de reumatismo. Se calcula en 30 el número de defunciones acaecidas por diversas enfermedades originadas especialmente, por el rigor del clima, la mala alimentación y la carestía de habitaciones” (op.cit.).
