n la edición de este día, el diario La Nación publica un texto del gobernador fueguino Pedro Godoy cuestionando el escaso interés que se tiene por Tierra del Fuego en Buenos Aires.
“Me han salido callos en las manos a fuerza de golpear las puertas de la Casa de Gobierno, y cuando a fuerza de insistencia he logrado que algún funcionario me atienda y me escuche, no me ha faltado algún tinterillo pretencioso e infatuado que (…) haya invalidado mis esfuerzos o haya torcido los buenos deseos de los hombres superiores, transformando sus buenos deseos en verdaderas herejías”.
Luego afirma que “Tierra del Fuego padece de la falta de habitantes: nada más” y los problemas de la isla se resolverían dando “tierra inculta al hombre que quiere trabajarla personalmente” y se otorguen “permisos para cazar y pescar a los que se sacrifican luchando contra la naturaleza”. De esa manera se transformaría “lo que hoy es barbarie y desolación (…) Pero no: el criterio nacional es otro. Es el mismo que tenía España para gobernar sus colonias americanas y que se basaba en la más absoluta ignorancia de las cosas”.
En otro párrafo, hace extensivas estas limitaciones a la construcción de viviendas, explotación de los bosques, extracción de oro, etc.
En el mismo sentido, presenta la problemática de los nativos fueguinos: “¿Quiere creer que si se presentan a las autoridades veinte familias indígenas sacadas por el hambre y la desnudez de sus guaridas inexploradas, no puedan ser socorridas sin previo trámite de una nota pidiendo permiso expreso para proveer a las necesidades premiosas, y que como quien debe dar el permiso es el Ministerio del Interior, que está allí a la vuelta no más, a 700 leguas de distancia, hay que esperar un año la respuesta”.
“Si el Ministerio niega el permiso, como suele suceder, en razón de que la ley de presupuesto no acuerda fondos con ese destino y deben solicitarse al Congreso, la autoridad que dio el socorro debe pagarlo de su bolsillo: la Contaduría le hace el cargo y se acabó”.
Godoy plantea que el problema es general: “Lo que sucede con los indios hambrientos, ocurre con los náufragos que aborden las costas, o con cualquier hombre que en el desierto necesite un socorro”.
Finaliza denunciando: “La Republica Argentina cree que se vive lo mismo en las llanuras de Río Grande o en las soledades del Cabo de Hornos que en la esquina de Rivadavia y Florida”.
