Marinos ingleses describen numerosas manadas de guanacos
EL 9 DE DICIEMBRE DE 1741

Marinos ingleses describen numerosas manadas de guanacos

09/12/2020
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ste día, marinos ingleses del lanchón ‘Speedwell’, que navegaban por el estrecho de Magallanes hacia el Atlántico, ven abundantes manadas de guanacos y los describen “tan grandes como cualquier ciervo inglés” (John Bulkeley y John Cummins. Un viaje a los mares del sur en los años 1740-41).
Este contingente pertenecía a la escuadra de George Anson y que, a bordo del navío ‘Wager’, había naufragado en las costas del Pacífico. Luego de numerosos incidentes, amotinamientos, ejecuciones y hambrunas, una parte de los sobrevivientes lograron restaurar el lanchón y emprender el retorno. Acosados por la precariedad, alcanzaron a desembarcar cerca de la actual Mar del Plata, luego llegaron a Brasil y posteriormente a Londres.
Los autores del libro relataron las vicisitudes que debieron afrontar los náufragos de la ‘Wager’ para poder retornar a su país.
Bulkeley y Cummins describen al más grande de los camélidos americanos en permanente comparación con especies típicas del Reino Unido: el guanaco cuenta “con pescuezo largo; su cabeza , boca y orejas se asemejan a los de la oveja; tiene patas muy largas y esbeltas y pezuña hendida como el ciervo, con un rabo corto y peludo de color rojizo; su lomo está cubierto de lana roja, bastante larga; pero por los flancos y toda la parte de la panza la lana es blanca ; estos guanacos, aunque a la distancia se parecen mucho a la hembra del ciervo probablemente sean las ovejas de este país. Son ligeros en exceso, de una vista exquisitamente aguda, muy ariscos y difíciles de cazar a bala”.
Al haber contemplado la abundancia de guanacos, los ingleses dispusieron el desembarco para poder cazarlos y mejorar su provisión de alimentos. En un sitio que identificaron como caleta Fish, “que queda justo a la vuelta de Punta Eastern (…) pero cuando nos encontramos frente a la caleta el viento soplaba con tanta fuerza justo desde tierra que nos vimos obligados a alejarnos con rumbo al primer paso, pues entrar era imposible” (op.cit.).
Su deseo de probar la carne de guanaco no pudo realizarse y debieron esperar hasta alcanzar Puerto Deseado y poder alimentarse con focas. Por comerlas “con avidez la tropa se vio atacada  por violentas fiebres y dolores de cabeza”. Recién un mes después, en la costa patagónica, pudieron cazar uno de los abundantes caballos salvajes que merodeaban por la costa y superar la hambruna que los afectaba.

Autor : Bernardo Veksler
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