Martín Gusinde logra introducirse en la sociedad selknam
EL 22 DE ENERO DE 1919

Martín Gusinde logra introducirse en la sociedad selknam

22/01/2021
E

l etnólogo y sacerdote alemán Martín Gusinde se introduce en la sociedad selknam, para conocer sus hábitos ancestales. Así lo expresa: “mi cometido era fijar, en el último momento, antes del ocaso de aquellos indios, los límites de su patria y las características de su cultura”.
Al desempacar “mis instrumentos” se agolparon los curiosos: “observaban los despiertos y negros ojos indios mis quehaceres y algún pilluelo vivaracho ya tocaba valientemente uno u otro objeto.  Mientras parloteaban, traté de imitar alguno de sus fuertes sonidos. ¡Qué risas y qué cháchara entre la pequeña reunión, pues yo no podía lograr esos fuertes sonidos guturales!  Cuando luego despedí a cada uno con un pequeño regalo, ya casi me los había conquistado”.  
El salesiano Juan Zenone “les contó que yo había venido desde muy lejos hasta aquí, que amaba particularmente a los selk'nam y que deseaba quedarme con ellos. ¡De nuevo se reflejó sobre estas caras morenas el mayor asombro al oír que un europeo pudiera amar a los selk'nam!”.  
A Gusinde le impresionó como “desfigura a esta gente la ropa europea de mal gusto, que cuelga de sus espléndidos cuerpos  (…) Esta sensación es tanto más intensa cuando el indio se presenta, en ciertas ocasiones, con su vestimenta, adorno y porte auténticamente originales.  Sólo así se gustan a sí mismos e incluso al exigente ojo europeo (…)  Me costó continuo y repetido esfuerzo resignarme a esta mezcla caricaturesca”.  
En la construcción de sus chozas los nativos ya habían asimilado nuevos elementos, “tales como tablas de cajones, chapa acanalada y arpillera.  El aspecto de estas chozas es, a la vez, ridículo y repugnante, porque el material original indígena queda desfigurado por la basura de procedencia europea”.
Una de los principales cuestiones a resolver fue “aprender a enfrentarme a los perros indios, que son peligrosos ladradores que se lanzan contra todo europeo con sus hocicos puntiagudos semiabiertos…” Hay por lo menos cuatro canes “en cada choza y, cuando el visitante está todavía a muchos pasos de distancia, ya salen ladrando en dirección al forastero e inducen a todos los miembros de su sociedad perruna a ocasionar el mayor escándalo posible (...)  no hay que acercarse nunca a una choza indígena sin llevar un palo fuerte; también se puede ahuyentar a pedradas a estos molestos ladradores”.

Autor : Bernardo Veksler
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