ste día, el rompehielos General San Martín releva “a la dotación de la Base General Belgrano” y el general Hernán Pujato regresa “con sus hombres a Buenos Aires. El 17 de febrero arriba al aeroparque de esa ciudad, donde, tras 24 meses de sacrificio en el desierto blanco, nadie lo espera, salvo su familia y algunos amigos” (Pablo Fontana. La pugna antártica).
Mientras Pujato estaba preparando el vuelo al Polo Sur, en el país ocurrieron episodios que trastocaron por completo la política diseñada para promover los intereses argentinos en esa región. En “Buenos Aires tenían lugar otros acontecimientos tempestuosos: en junio (de 1955) una sublevación intentó destituir al presidente Perón, con un saldo de cientos de muertos, particularmente como resultado de los bombardeos realizados por aviones de la Marina de Guerra en la Plaza de Mayo. Si bien el golpe de Estado había fallado, un segundo intento, en setiembre lograría la destitución del gobierno constitucional y el exilio de Perón. A pesar de jamás haberse declarado como peronista, Pujato fue considerado por el gobierno militar como demasiado cercano a la figura del presidente depuesto y a menos de un mes del golpe fue despojado de la dirección del Instituto Antártico Argentino, al que le fue retirado su nombre”, pasando a depender, como también todas las bases y refugios antárticos, del Ministerio de Marina.
Todos estos hechos no fueron informados a la dotación antártica, incluso cuando se procedió a “un rápido reabastecimiento” sin contemplar las demandas que había realizado el personal.
Pujato presentó su pase a retiro y escribió: “Este cómico proceder se justificaba sólo por un sentimiento de rencor y frustración propio de fobias triviales”.
“En febrero de 1956 personal británico de la Base Shackleton (…) repitió la ruta seguida por Pujato y otorgó nombres sajones a algunos accidentes descubiertos y bautizados por los argentinos (…) Sin embargo, hubo personajes de renombre internacional que fueron testigos de aquellos descubrimientos: el 31 de diciembre de 1956, el explorador estadounidense Finn Ronne, visitó en helicóptero la Base General Belgrano y en una conversación con Pujato (…) solicitó información de los vuelos realizados, por lo que al tomar conocimiento de que estos eran anteriores a los británicos, estimó que la toponimia argentina era la que correspondía” (op.cit.).
