n la edición de este día, la revista Caras y Caretas publica una viñeta titulada “The British Chubut”, con una bajada explicativa: “Lo que desean los galenses”, donde Cao, su autor, ironiza sobre los vaivenes del proceso de asimilación a la sociedad argentina de la colectividad galesa instalada allí.
Los galeses dieron sus primeros pasos en Chubut en julio de 1865. Llegaban desde un país que había sufrido a la monarquía inglesa, que había aplastado su cultura, idioma y autonomía. Sobre todo a partir de la Revolución Industrial y la necesidad de abastecerse con el carbón y el hierro de Gales.
Desde el inicio se organizaron en “un consejo con un presidente, doce consejeros, un secretario y un tesorero. Había además un juez de paz y un registrador. Los cargos fueron elegidos por los propios emigrantes y por voto secreto (…) Se elaboró un reglamento constitutivo que establecía la división de poderes. Hubo un tribunal de arbitraje y otro de justicia (Stella Maris Dodd. Tehuelches y galeses hermanos en el desierto).
El gobierno argentino les concedió cincuenta hectáreas a cada colono, además de “semillas, provisiones y la promesa de un envío mensual de 140 libras esterlinas, para el mantenimiento de los colonos”, que no se cumplió con regularidad.
Pero, la adaptación no fue sencilla y la necesidad de alimentos, enseres y materiales acosó a los colonos con la urgencia de obtener resultados en sus cosechas. Las particularidades del terreno produjeron varios fracasos en sus campañas y el consiguiente desaliento.
Esto llevó a algunos colonos a enviar “cartas a las islas Malvinas con pedidos de ayuda y asilo”. Estas demandas de auxilio llegaron a Londres y, en julio de 1866, llegó “la nave de guerra británica Triton” a verificar el estado de la colonia y concluyó que “si bien no había riesgo de vida para los colonos, la situación no era del todo halagüeña”.
A todo esto, los tratados de paz firmados por el gobierno argentino con los nativos les abrieron a los colonos la posibilidad de vincularse con los tehuelches y comenzaron a comerciar con ellos.
La ‘Campaña del Desierto’ también llegó con su secuela de arbitrariedades y despojos a la zona y en ocasiones los galeses actuaron como moderadores.
Los colonos pudieron superar las emergencias y prosperar. Puerto Madryn, Rawson y Gaiman, entre otras localidades, dejaron testimonio de ello.
