ste día, fallece el vicealmirante Julián Irizar, quien protagonizara el rescate de la expedición de Otto Nordenskjöld, luego del naufragio del navío ‘Antartic’ en la Antártida.
Al desconocerse el rumbo tomado por el ‘Antartic’ y generarse gran inquietud por su extravío, se organizaron varias expediciones en Europa con el fin de averiguar su paradero. El entonces capitán Irizar, estuvo a cargo del alistamiento y navegación de la corbeta ARA ‘Uruguay’.
La expedición del geólogo sueco estaba compuesta por veinte hombres de nacionalidad sueca y noruega, y el alférez argentino José María Sobral. En la Antártida, Nordenskjöld, Sobral y otros cuatro hombres se quedaron en la isla Snow Hill para desarrollar durante un año las investigaciones programadas, mientras el barco permanecería en las Malvinas.
Pasado el invierno, el ‘Antartic’ partió, en noviembre de 1902, a reencontrarse con el grupo de Nordenskjöld. Pero, el 12 de febrero, debieron abandonar la nave, al quedar atrapada entre los hielos, y se refugiaron en la isla Paulet, donde pasaron todo el invierno en un refugio de piedra construido por ellos. Luego de varios meses, al empezar el deshielo, pudieron reencontrarse, el 9 de noviembre, con sus compañeros de Snow Hill.
La corbeta ‘Uruguay’ zarpó de Buenos Aires el 8 de octubre de 1903. Llegó a Ushuaia doce días después. El 8 de noviembre se produjo el encuentro con la expedición científica, sorprendente para estos que esperaban al ‘Antartic’. Al día siguiente, arribaron al campamento el capitán y seis tripulantes del barco sueco. Poco después, la ‘Uruguay’ ponía proa hacia la isla Paulet, recogía a los náufragos y emprendía el regreso.
Carl Skottsberg, uno de los rescatados, escribió: “Imposible poder describir nuestra alegría cuando la Uruguay, el 11 de noviembre a las 4 de la mañana, nos despertaba con sus silbatos. En el primer momento no queríamos creer que fuese verdad que había llegado la hora de la liberación, pero saltamos de nuestros lechos y al ver con los ojos la ‘Uruguay’ en frente de nuestra choza, no pudimos menos de gritar ¡Viva la Argentina! Desde ese momento parécenos la Argentina como nuestra segunda patria, pues gracias a ella hemos podido volver al mundo y gozar de los beneficios de una vida civilizada. Por eso creo que no puedo concluir mejor estas pocas palabras si no es repitiendo de todo corazón: ¡Viva la Argentina!”.
