Agradecen por combate al incendio de la casa de Padin
EL 30 DE ABRIL DE 1932

Agradecen por combate al incendio de la casa de Padin

30/04/2021
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echada este día, Epifanio Castex, comisario inspector a cargo de la Jefatura de Policía del Territorio, remite una nota de agradecimiento al teniente de navío Fidel N. Anadón, comandante del rastreador M.9, por el desempeño del personal a su cargo en el incendio de la casa de la familia Padin.
Castex se dirigió a Anadón para hacerle “llegar mi más sincero agradecimiento, por la eficaz cooperación prestada a esta Policía, por la tripulación del Buque a su digno Comando; con motivo del incendio producido ayer en esta Capital, en la casa habitación del vecino Vicente Padin; y en cuyo siniestro perdió la vida una hijita menor de este”.
Castex elogió “la descollante actuación” que tuvo el teniente de fragata Ricardo Puente, “la decisión y el arrojo del cabo 2° maquinista Pedro Frega; quien con desprecio absoluto de su vida, se lanzó contra la hoguera, de donde extrajo el cuerpo ya cadáver de la menor Elena Padin”. Por ese desempeño solicitó que “sea interprete ante el nombrado, de mi reconocimiento que es a la vez, el de nuestra población y entendiendo que estos hechos deben ser imitados” será “citado como ejemplo, en la Orden del Día de esta repartición” (op.cit.).
Vicente Padin hijo recordó, en agosto de 1982, el trágico episodio: la “niña murió quemada a los ocho meses, cuando se produjo un incendio que destruyó la casa, que estaba en un terreno, hoy baldío, al lado de la residencia del gobernador. Fue uno de los primeros incendios –como el del correo, que se encontraba al lado del actual Museo- provocado por la locomotora del trencito que llevaba a los presos a cortar leña, problemas que empezaron cuando se compró una máquina más grande. Inclusive la gente que trabajaba tenía quemaduras en la ropa o en las manos. Cuando había viento sudoeste, las chispas se metían por debajo de las casas que, por ser de madera, eran muy combustibles. Al producirse el siniestro, mi madre no estaba allí, sino por donde hoy está el Instituto Forestal. Habíamos ido a cosechar avena con mi padre, después de sacar una fotografía porque la casa estaba casi terminada, con sus ocho habitaciones, para mandarla a los abuelos. Mientras llegábamos, un vecino entró a la casa en llamas y sacó a dos de los chicos, Amador y Secundina, de tres y dos años. No tenía idea que la niña estaba dentro y cuando llegó mi madre, no la dejó entrar por causa del peligro” (Ushuaia 1884-1984).

Autor : Bernardo Veksler
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