quella noche nevaba copiosamente y un frío penetrante calaba hasta los huesos pero, contra viento y marea, los puntarenenses debían asistir al flamante estreno e inauguración del teatro Colón, réplica en miniatura del coloso de Buenos Aires. Llegaban espectadores en vehículos a tracción animal y a pie calzando botas de goma o zapatones de invierno, transitaban por las calles emblanquecidas para alcanzar el coliseo, donde se despojaban de sombreros de paño o fieltro, gorras, boinas, bufandas de lana, estolas, abrigos de paño o de piel de lobo o nutria y se acomodaban en sus asientos” (Columna de Silvestre Fugellie publicada el 4 de abril de 2012).
Para la función inaugural se había anunciado la famosa ópera ‘Lucía de Lammermoor’ de Gaetano Donizzetti, interpretada por la compañía artística encabezada por la soprano Frida Ricci.
El público de entonces estaba “acostumbrado a representaciones en una sala del cuartel de bomberos”, pero, a partir de ese momento iba a ingresar a una sala teatral de primera categoría. “El nuevo salón contaba con lunetas y barandas afelpadas, palcos lujosos, espléndidas decoraciones artísticas y bóveda acústica. En esa primera noche los empresarios Cagliestro y Trofello habían contratado la compañía lírica nombrada y el acto fue exitoso. Más adelante en este teatro de lujo actuaron varias compañías de fama mundial, que en sus viajes a las capitales sudamericanas de ambos océanos pasaban obligadamente por el estrecho de Magallanes, única vía antes de la apertura del canal de Panamá. También los grupos artísticos de las diferentes colonias locales ocupaban su proscenio para exhibir sus logros diletantes prolijamente ensayados. Obras dramáticas. Cómicas, coros, conjuntos musicales, cuadros, bosquejos, estudiantinas, rondallas, hacían que butacas, palcos y balcones se completaran no faltando los reestrenos. En su proscenio cantó Nicanor Molinare, autor de la recordada canción ‘Mantelito blanco’” (op-cit.).
El teatro Colón fue considerado como de los cinco mejores de Chile. Su gestor fue el empresario José Menéndez. El arquitecto francés Numa Mayer entregó los planos en 1897 y dirigió la obra, cuya finalización demandó dos años.
Fue rebautizado varias veces: de Colón pasó a llamarse ‘José Menéndez’, luego ‘Municipal’ y finalmente ‘José Bohr’, en honor del artista surgido en Porvenir que llegó a actuar en Hollywood.
