Obreros anarquistas arrojan al mar a un comisario represor
EL 7 DE JUNIO DE 1922

Obreros anarquistas arrojan al mar a un comisario represor

07/06/2021
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ste día, obreros detenidos arrojan al mar al comisario Gustavo Sotuyo, desde la cubierta del buque ‘Presidente Mitre’ que los transportaba hacia Chubut.
“Los brutales acontecimientos registrados en los últimos meses del año 1921 (…) pondrán al comisario Sotuyo (…) en el centro de la escena. Allí se mezclarán extorsiones, corrupción, proxenetismo y asesinatos” (Mario Novack. Diario Nuevo Día. Río Gallegos, 7/10/2018).
Ante la salvaje represión desatada contra los huelguistas de la ‘Patagonia Rebelde’, Sotuyo creyó que podía aprovechar el clima represivo y hacer dinero.
El comisario comenzó a detener bajo el pretexto “de colaborar con los anarquistas” y extorsionar con el fusilamiento si no entregaban una suma de dinero.
Dos miembros de la Federación Obrera quedaron a su merced: “Domingo Islas, español, y el delegado de los albañiles, Miguel Gesenko, ruso”.
A “Islas le hacen pegar cincuenta latigazos (...) aguantó 35 y cayó al suelo”. Luego, fue obligado “a caminar hasta el calabozo (…) a la madrugada cuando lo fueron a buscar para fusilarlo, notaron que estaba muerto”.
Llevaron el cadáver hasta la playa. A Gesenko “lo obligaron a arrastrar el cadáver hasta el mar”. Cuando “el cadáver comenzó a boyar”, los policías comenzaron a disparar. Ocho balazos de armas largas terminaron con el ruso. No obstante, le dieron un tiro de gracia en la nuca.
Toda la escena “fue observada con catalejos por el propio comandante del buque ‘Almirante Brown’, capitán Dalmiro Sáenz”. Quien envió un médico para hacer un informe. Este pudo constatar las torturas y la ejecución. Sáenz informó a sus superiores de Buenos Aires.
Ante la evidencia acumulada, las autoridades del territorio buscaron despegarse del hecho y ordenaron la detención de Sotuyo.
Sotuyo tenía escondido el botín de las coimas y extorsiones. Le confió a su esposa el escondite. Esta siguió sus directivas, recurrió a un abogado de su confianza y utilizó el dinero para abonar sus honorarios. Pero el letrado se ausentó de la Patagonia con lo cobrado.
Al ser informado por la desesperada mujer, Sotuyo se indignó y le solicitó que le traiga un arma con la vianda del día siguiente. Cuando llegó la mujer, le disparó a quemarropa en el tórax y pretendió presentarlo como un suicidio.
Las autoridades lo pusieron a disposición de la justicia federal de Chubut. En el traslado, los anarquistas hicieron justicia por mano propia.

Autor : Bernardo Veksler
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