a escampavía ‘Meteoro’, al servicio de la Armada de Chile, recala en Punta Arenas y su capitán José Bordes se presenta ante la justicia, para denunciar que un grupo de nativos acusaron al tripulante de una goleta por el crimen de dos parientes.
Bordes relató “que, estando fondeado en puerto Molineaux”, unos canoeros denunciaron el crimen de “dos hombres de su tribu” por parte del “tripulante de una goleta chica, de las que matan nutrias i lobos” (Alberto Harambour y José Barrena Ruiz. Barbarie o justicia en la Patagonia occidental: las violencias coloniales en el ocaso del pueblo kawésqar, finales del siglo XIX e inicios del siglo XX).
El capitán expresó que los abusos “son expuestos por los indios del canal i del Estrecho muchas veces”. Pero, las denuncias de los “indios” no llegaban ni a la prensa ni a tribunales.
Frente a los conocidos asesinatos, violaciones y torturas de indígenas, el Juzgado local llevó a cabo el “célebre proceso de 1895, que documentó decenas de casos de abusos contra hombres y mujeres selknam sin nombre, por parte de hombres con nombre y apellido, cerró con decenas de declaraciones de los últimos y ninguna de sus víctimas”.
El juez ordenó diligencias y salieron a la luz numerosos abusos contra los canoeros. En su mayoría violaciones de las nativas y agresiones a sus maridos al intentar defenderlas.
Un marino aseguró que, tras desembarcar en la isla Duque de York para recolectar mariscos, habían escuchado dos tiros y visto a un indio corriendo con el brazo ensangrentado. Su mujer había sido raptada por dos marinos. Ante el intento de defenderse fue atacado a tiros por los violadores. Este y otros episodios similares fueron ratificados por otros marinos.
Luego Bordes amplió su declaración, dejando “constancia del proceder inhumano de muchos marineros de goletas y cutters. Estos individuos enfermos de gonorrea i otras enfermedades venéreas creen que teniendo relaciones carnales con las indias, sanan de su mal. Por esta causa muchas veces se ve su buque lleno de indios de ambos sexos que acuden presurosos en busca de remedios”.
La causa derivo en la condena de “un ‘negro’ portugués, que fue sentenciado a diez años y dos días por las heridas contra” un canoero y un “marinero del Ligure (denuncia que se agregó a la causa), y a cinco años por violación. Fue la única persona que cumplió condena por violencia contra los kawésqar” (op.cit.).
