Patagónicos temen más al accionar policial que a bandoleros
EL 28 DE JUNIO DE 1926

Patagónicos temen más al accionar policial que a bandoleros

28/06/2021
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ás que al bandolerismo ocasional y esporádico, los habitantes del sud temen a la actuación policial, a los sumarios fraguados, a los abusos de autoridad, a los desmanes que a diario cometen sus representantes de todas las jerarquías, amparados en las fallas de nuestra propia ley de procedimiento criminal, en las dilatadas extensiones de nuestro territorio y en la benevolencia, a veces incalificable, de las autoridades y de la propia justicia”, así se expresaba una columna de opinión publicada en la edición de este día del periódico ‘La Nueva Era’ de Carmen de Patagones (Gabriel Rafart. Tiempo de violencia en la Patagonia).
Con la ocupación de la inmensidad patagónica, los nuevos pobladores se vieron acosados por bandoleros. El reclamo de mayor presencia policial fue una constante y las autoridades fueron respondiendo a esas demandas. Pero, muchas veces los efectivos policiales fueron los que produjeron los mayores latrocinios.
Las reacciones de los vecinos se hicieron oír y la autoridad debió dar respuesta también a esta demanda. En un expediente judicial, se planteó que “se establece la duda, sobre todo dentro del ambiente policial en que se desenvuelve este territorio, en el cual no hay un solo caso en que un comisario de policía se retire por su propia voluntad, sino que todos lo son por atropellos o faltas graves cometidas que obligan a exoneraciones y cesantías, demasiado frecuentes por desgracia para el buen nombre de la institución”.
Estas bajas “fueron más numerosas entre el personal subalterno que entre los cuadros superiores. Estos últimos siempre tuvieron a su favor el recurso del amparo y padrinazgo otorgado por la autoridad política de turno que, si no pasaba por alto las denuncias, recurría al expediente eficaz del traslado hacia lejanas dependencias (....) De allí que el nuevo funcionario policial fuera recibido con recelo en su nuevo destino. Un testigo de la época llamaba a estos movimientos de traslados ‘la calesita policial’”.
Un comisario acusado se defendió de esta manera: “…puede acusárseme de negligencia, pero no de irregularidades dolosas. ¿Cuál es el comisario que no tiene uno o dos gendarmes a su servicio particular? (…) ¿Cuál es el jefe de policía que no aprovecha para sí, para sus amigos y recomendados, todas las facilidades que el puesto le permite, y no distrae parte del personal en tareas ajenas al servicio?” (op.cit.).

Autor : Bernardo Veksler
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