Un pionero relata una intensa nevada en la Patagonia profunda
EL 7 DE JULIO DE 1905

Un pionero relata una intensa nevada en la Patagonia profunda

07/07/2021
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sa noche comenzó a nevar otra vez, y por la mañana, aunque continuara la nevazón, uncimos los bueyes y marchamos (...) La pequeña huella estaba enteramente borrada y sólo podíamos guiarnos por instinto. Yo era el baqueano y mucho me valió entonces el buen sentido de orientación que siempre tuve, pues no veíamos más allá de unos pocos metros” (Andreas Madsen. Patagonia vieja).
El danés Madsen, junto a otros dos troperos, movilizaba unos novillos; se trasladaban con caballos y carretas tiradas por bueyes cerca del paraje El Shewen, en el oeste santacruceño.
“Esa noche tuvimos que acampar sin leña, pues todas las matas estaban cubiertas por la nieve. Nos limitamos a armar mi pequeña carpa y en ellas nos acurrucamos tres, los otros dos disponían de una lona como cama (…) Nevó fuertemente toda la noche, y al amanecer, el problema fue (…) calzarnos las botas. Estábamos cubiertos con otros dos pies de nieve, y ésta se nos había metido en las botas (…) busqué una pala para despejar la nieve, frente a una de las carretas y encender fuego. No la encontré y tuve que arreglármela con una sartén. Como no hubiera leña me puse a hachar el costal de una de las carretas”.
Así pudieron recuperar sus calzados y encender el fuego que les permitió quitar el hielo de adentro, calentar un café y hacer unas tortillas para desayunar. Después intentaron partir.
“Con más de un metro de nieve sobre el suelo, nevazón sostenida, visibilidad nula y nada para señalar la ruta, la situación era por lo menos comprometida”. Los bueyes “estaban todos amontonados junto a los carros, pero (…) era casi imposible llegar hasta allí. Por fin estuvimos de nuevo en marcha, al frente el patrón, con la tropa de 12 caballos (…) Así avanzamos durante cinco horas, pero al fin tuvimos que detenernos. Los bueyes no podían levantar la cabeza fuera de la nieve y el yugo apilaba a esta. Forzoso fue abandonar los carros y seguir con los bueyes sueltos y los caballos. Ahora era cuestión de ‘vida o muerte’ el llegar o no a nuestro destino”.
Pero, apareció un inconveniente impensado: uno de los troperos permanecía inmóvil, congelado por el frío. “Cuando lo sacamos del caballo, se desplomó en el suelo pues tenía rígidas las piernas”. Lo golpearon para reanimarlo y que pueda recuperar su movilidad (op.cit.).
Debieron pasar otra noche de nevada intensa hasta poder llegar al destino.

Autor : Bernardo Veksler
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