a Tierra del Fuego, esa grande isla habitada por tribus antropófagas, que la etnografía coloca con razón en la última de los seres humanos (…) Pasarán muchos años sobre esta tierra misteriosa, antes que la civilización, penetrando en ella, saque de la horrible barbarie en que viven a tantos miles de criaturas humanas”, así destila Ramón Lista sus prejuicios sobre los pueblos originarios fueguinos (Ramón Lista. Obras. Tomo I).
Lista deja ese testimonio en un artículo publicado, este día, en el Boletín del Instituto Geográfico Argentino; al concluir su navegación por la costa patagónica austral.
Estas apreciaciones extremadamente subjetivas, reflejaban la concepción predominante en la clase dirigente del país. Por otra parte, sembraron de justificaciones a quien, siete años después, consumaría la primera e infundada masacre propiciada por representantes del estado nacional contra los selknam.
En su recorrida magallánica, Lista arribó a “Punta Arenas, pequeña colonia chilena que deriva su nombre de la punta (…) a la cual llamó así el comodoro Byron, al efectuar su paso por el estrecho en 1764”. Esta colonia está formada por “unas 300 casas (…) dispuestas en anchas y rectas calles (…) Su fisonomía es risueña en el verano y templada su temperatura; pero en Julio y Agosto, que cubre sus calles un espeso manto de nieve, que oculta y paraliza la vida vegetal, el pecho se oprime dolorosamente y sin quererlo se abandona el viajero al recuerdo de la tierra natal”.
“Los habitantes de Punta Arenas son miembros de distintas nacionalidades, encontrándose en pequeña mayoría los chilenos que se dedican al pastoreo y al lucrativo comercio de pieles de guanacos y avestruces muy abundantes en los territorios frecuentados por los indios Tehuelches, que bajan con frecuencia a la colonia para cambiar sus productos por aquellos artículos que son consumidores, como ser el aguardiente, la yerba mate y el tabaco (…) Las casas de negocio están a cargo de ingleses o franceses. Hay también suizos que se dedican a la agricultura”.
Además de las minas de carbón, situadas a ocho kilómetros, “Punta Arenas posee también tres aserraderos que convierten diariamente en tablones los hermosos troncos de Fagus Antártica. Uno de ellos pertenece al Estado (…) Seis vapores al mes tienen a la Colonia en comunicación directa con los puertos chilenos y con Europa” (op.cit.).
