ste día, la Armada Argentina funda el refugio Teniente Esquivel, el primer asentamiento humano en la isla Thule, de las Sándwich del Sur.
Entre los miembros del personal se encontraba “un ingeniero naval alemán” quien “creyó ver un extraño ejemplar en la costa, a unos cien metros de donde tenían lugar los trabajos (...) el guardiamarina Ricardo Hermelo, patrón de la lancha, dio parte del asombro que denotaba el alemán, quien manifestaba haber observado un extraño ejemplar que dibujó, y aunque no lo pudo identificar” la tripulación lo bautizó irónicamente como el “Yety de Thule” (Santiago Mauro Comerci. Revista Todo es historia N° 366, enero de 1998).
Durante la campaña siguiente, “se decidió ocupar por tres meses el refugio de Thule, designándose al mismo Hermelo como jefe”, acompañado de José Ahumada y Miguel Villafañe.
En medio de las tareas previstas, “Ahumada, que había salido a efectuar una patrulla de rutina, regresó corriendo al campamento con el rostro desencajado: ¡había visto al Yety!”.
Los hombres salieron a explorar por las inmediaciones, sin ningún resultado.
“Desde ese día Hermelo estableció una patrulla diaria hasta el mismo lugar, cumplida por turno por un solo integrante, mientras los dos restantes quedaban a la orden, cumpliendo tareas pero con la consigna de acudir al lugar si luego de un tiempo prudencial el hombre no regresaba. No había miedo pero sí expectativa. Una semana más tarde la táctica dio el resultado esperado; nuevamente el mismo Ahumada regresó corriendo y casi sin aliento, con el convencimiento de haberse topado con el monstruo, agregando además que se le había venido encima”.
Los hombres presurosamente tomaron los revólveres que poseían y salieron corriendo hacia el escenario del suceso. Y al llegar, todos se sorprendieron al toparse con el misterioso espécimen. “Se aproximaron hasta unos cinco metros y fue allí cuando Hermelo, al ver al desconocido ejemplar” que “erguido mostraba sus colmillos buscando el acercamiento con una agilidad poco común, sin dudar más que un instante, comenzó a disparar sin interrupción el cargador completo de ocho tiros de su pistola, al tercero o cuarto disparo, el animal de más de 2,30 metros de altura se detuvo, y lentamente se desplomó”.
Finalmente, los biólogos determinaron que “se trataba de una foca peletera, especie considerada extinguida a principios de siglo” (op.cit.).
