Un campesino describe sus penurias por la crisis mundial
EL 20 DE DICIEMBRE DE 1929

Un campesino describe sus penurias por la crisis mundial

20/12/2021
L

a Depresión golpeó duramente la Patagonia. La lana cayó a los precios más bajos de la historia. Los frigoríficos tomaban pocos corderos y capones y los pagaban poco. Muchos estancieros ni siquiera pudieron pagar el arriendo. Los banqueros y las casas comerciales tenían papeles sin valor a cambio del dinero y productos que habían prestado durante años de abundancia (…) La Patagonia volvió a su situación de antes del progreso (…) El país volvió a ser lo de siempre, de vuelta a lo primitivo. Casas nuevas se abandonaron y se vinieron abajo; eran mansiones de locura, construidas por propietarios que habían querido vivir lujosamente en el páramo mientras juntaban grandes ganancias. La Patagonia había acusado el golpe…”, así relata Santiago “Jimmy” Radboone sus vivencias sobre cómo se reflejó en la Patagonia la Crisis Mundial de 1929 (Herbert Childs. El Jimmy fugitivo de la Patagonia).
Radboone tenía un pequeño campo en la zona de península Mackenna, en el lago Argentino. Demoró varios años en tener su posesión definitiva. “La Depresión no llegó a herirlo. Tenía sus caballos y su yerba”.
En los buenos tiempos tuvo que gastar “su dinero en abogados (…) Había tomado todo lo que precisaba para mantener su lucha por evitar que su tierra se perdiera. Si había pedido prestado, era para conservar el campo. Cuando lo consiguió, se tuvo que endeudar para edificar. Tuvo que hipotecar sus ovejas con la Anónima, que lo mantuvo aprovisionado de lo necesario…”. Pero, los “precios cayeron tanto que se dio cuenta que era muy poco lo que podía obtener esquilando en su propio galpón”. Así la “deuda aumentó”.
A todo el contexto de crisis, se sumó la grave enfermedad de una de sus hijas, que demoró varios meses en recuperarse. “En 1929 estuvo más cerca que nunca de ‘rendirse’. Parecía que no había esperanzas en tratar de progresar bajo la carga de la deuda, cuando los precios eran tan bajos (…) Escribió a la Anónima para que se llevaran sus ovejas y todo lo demás que quisieran para saldar la deuda de la mejor manera posible. No tenía idea de qué iba a hacer. Quizás trabajaría en otra estancia…”. Finalmente, pudo cancelar su pasivo entregando “varios miles de ovejas”.
Recién un año después, pudo encontrarse “con una tierra arrendada a su nombre y libre de deudas. Tenía muy poco dinero y sólo unas pocas ovejas para trabajar, pero al fin estaba plenamente en lo suyo” (op.cit.).

Autor : Bernardo Veksler
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