ste día, la antropóloga franco norteamericana Anne Chapman, acompañada de Celestino Varela (Hijo de Enriqueta Varela) y Armando Calderón (descendiente yámana), parte de la estancia de Luis Garibaldi Honte con el propósito de recorrer a caballo la península Mitre.
Chapman encontró dificultades para realizar la expedición. Garibaldi dijo que “sí él fuese más joven me hubiera acompañado” (Anne Chapman. El fin de un mundo).
Esteban Ishton se había ofrecido a acompañarla “por tierra a lo largo de la costa del Estrecho de Le Maire y dar toda la vuelta del sureste de la isla a pie”. Unos treinta años antes, había sido guía de un ingeniero agrónomo, “hicieron el viaje a caballo en un mes. Regresaron bien, pero sus tres caballos murieron por los sufrimientos padecidos en el lugar”. Pero Ishton enfermó y poco después falleció.
El primer tramo de la recorrida de Chapman fue la estancia Irigoyen. Varela abandonó transitoriamente la expedición porque debía regresar a trabajar. Junto a “Calderón, el señor Oyarzún (administrador de la estancia Policarpo) y un ovejero” continuaron y en dos días llegaron a Caleta Falsa. “Los caballos cruzaron los ríos nadando sin problemas, puesto que no eran muy anchos ni torrentosos”.
Para llegar a Policarpo les demandó otros dos días y medio, “subiendo y bajando por la angosta costa para esquivar las altas barrancas. El sr. Oyarzún sabía cómo evitar ser atrapado (y ahogado) por una marea alta cuando esta golpeaba las paredes de una barranca”.
En Policarpo “las dos semanas que permanecí (…) filmé a los lobos de mar de lejos y de cerca; también el arreo de unas cinco mil ovejas cuando los ovejeros a caballo, ayudados por sus perros, las hicieron cruzar a nado el río Policarpo. También filmé el Estrecho Le Maire y su faro, situado a un día de caballo de la estancia, y pude realizar excavaciones arqueológicas en la misma Caleta Falsa”.
Varela se reintegró el 15 de febrero y emprendieron un tramo de 35 kilómetros hasta llegar a estancia Puerto Rancho, cerca de la entrada del canal Moat.
En el recorrido, “llegué a apreciar lo que puede haber significado para los haush habitar esa región: los bosques, las malezas, los turbales, lo quebrado del interior y lo escarpado de las costas, compensados por acogedoras playas. Y fue precisamente en estos últimos lugares que encontramos unos fragmentos de utensilios de piedra y de hueso dejado por los haush” (op.cit.).