n informe publicado este día, permite constatar que algunas especies autóctonas han incorporado a su dieta al castor, sumando predadores que hasta ahora no contaba en la región austral.
En la zona magallánica de “Parrillar se han encontrado fecas de pumas y de zorros, con evidencias de que más de un castor cayó en esas fauces y en Tierra del Fuego, los perros ‘asilvestrados’ también los devoran, pero hacerlo no es fácil porque cuesta llegar a sus madrigueras, es difícil sorprenderlos en el bosque y porque sus incisivos afilados son de temer: uno de los perros de un (…), trabajador de una estancia fueguina, perdió una pata al enfrentarse a un castor” (Diario El Pingüino. Punta Arenas, 21/2/2015).
Hasta esa constatación, no existían predadores como en su lugar de origen, Canadá, donde los osos y los lobos los cazan y equilibran el ecosistema.
Ese carencia facilitó la propagación de castores desde la isla Grande hacia otras islas del archipiélago y la zona continental; constituyendo una amenaza a la subsistencia de los bosques nativos.
Desde hace una década, se ha detectado su presencia “a unos 35 kilómetros al sur de Punta Arenas”. Se “estima que avanzan unos seis kilómetros por año y, singularmente, siempre en dirección norte”.
Utilizan su capacidad para roer los troncos de los árboles y voltearlos para utilizarlos en sus represas. En “apenas un par de horas, pueden lograr que el tronco quede ‘colgado’ y se quiebre, cayendo en dirección del curso de agua que los castores ya han determinado (…) Hasta dar forma a una sólida represa artificial”.
“Al interrumpir los cursos de agua, medianos y pequeños, esas represas desvían el agua e inundan vegas o terrenos bajos pero boscosos: los árboles que quedan en esas lagunas artificiales pueden considerarse condenados a muerte en poco tiempo, porque sus raíces terminan pudriéndose”.
Por esa razón, ante el peligro ambiental que constituye su abundante presencia, se ha autorizado su cacería. Ahora, con esta información, se conoce la existencia de aliados en esa tarea de algunas especies típicas.
En la zona magallánica, los “cazadores autorizados por el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) (…) se han convertido en el principal depredador en la zona más austral del país (…) utilizan palos, trampas y armas de fuego para, eventualmente (…) vender la piel y la carne del animal” (op.cit.).