lrededor de esta fecha, el escocés William Blain participa de una cacería de pumas, luego de haber encontrado numerosos corderos muertos, para frenar la pérdida de ganado. Blain se desempeñaba como ovejero en una estancia cercana a Punta Delgada, en la ribera norte del estrecho de Magallanes.
“Una mañana, no lejos de casa, encontré alrededor de 20 ovejas muertas en un pequeño valle. Ninguna de ellas estaba comida o desgarrada. Había un pequeño hoyo en cada lado de la garganta. Cuando llegué a casa reporté a nuestro jefe lo que había visto. Él dijo que era un trabajo de Mr. León. Tan pronto como las tuvimos descueradas, lo que fue en el día siguiente, Greenshields y yo fuimos a cazar leones. Matamos tres y volvimos a casa después de que oscureció” (Alberto Harambour Ross. Memorias de William Blain en Malvinas y Patagonia. 1881-1890).
El escocés describe en sus memorias la experiencia que tuvo como trabajador rural en Malvinas, Punta Delgada y Tierra del Fuego. Recordó las particularidades de la vida invernal, donde la actividad no era tan exigente y disponían de tiempo para entretenimientos típicos de la vida rural. “Durante los meses de invierno teníamos poco de qué quejarnos, porque teníamos muchas armas de fuego y un buen suministro de municiones. A menudo dos de los tres íbamos a cazar leones, o guanaco. Algunas veces disparábamos a las perdices”.
En otro tramo de esta interesante historia, narra la coexistencia con el felino en el ambiente rural. “Altamente complacidos con nuestros días de trabajo, varias veces durante el invierno nos visitó el Puma o León Patagónico. Una descripción larga del león patagónico es innecesaria. Aquellos que no han visto uno habrán visto […] a una leona africana, que tiene un gran parecido con el Puma. El Puma es de alguna manera más pequeño y de una naturaleza cobarde. Ellos pueden atacar a un hombre si está herido. Ninguno de ellos me atacó nunca a mí, a pesar de que usualmente he estado muy cerca de ellos de noche o temprano al amanecer. Ellos parecen rondar alrededor de algo con la naturaleza de un gato. Algunos caballos se asustan mucho con ellos. Al principio, cuando rastreábamos al león en nieve o tierra, yo me confundía entre la huella del león y la del perro. La diferencia es que un perro casi siempre deja la marca de las uñas de sus patas. El león raramente, si es que alguna vez lo hace” (op.cit.).
