ste día, en el Centro Cultural Yaganes de Río Grande, Margarita Angélica Maldonado presenta su libro ‘Entre dos mundos. Pasado y presente de la cultura Selk’nam- Haus de Tierra del Fuego’.
Margarita hace una reconstrucción de su genealogía y de la transición que le tocó vivir para asumir la vigencia del legado de su pueblo.
Luego, aborda el significado de las pinturas faciales y de las máscaras que ilustraban la ceremonia del Hain, reflejo de la riqueza cultural selknam- haus.
El texto recupera la tecnología utilizada por los nómades pedestres fueguinos, en particular la cestería, y el provechamiento de la diversidad de productos que les proveía la naturaleza fueguina para su alimentación y vestimenta.
En otro capítulo del libro presenta una reseña del exterminio que consumaron distintos ejecutores. La secuencia comienza con la masacre de San Sebastián ejecutada por Ramón Lista, en noviembre de 1886. Le siguen el envenenamiento masivo de cabo Domingo, las matanzas de cabo Peña, punta María y la de la zona de Kauckecol (Kauchicol). También incluye a los secuestros para las exposiciones europeas, los desplazamientos masivos hacia isla Dawson y los que fueron apresados para ser llevados a Punta Arenas y repartidos en “un gran remate de indios. A esas madres se les arrancó de sus brazos a sus pequeños y los vendieron, sin importarles ni al gobernador ni a los presentes el estado desgarrador de nuestros selk´nam suplicando por el daño macabro que se les hacía”.
Luego describe el violento contraste sufrido por los fueguinos. “De un día para otro pasamos a ser los ladrones, los borrachos, los indios haraposos y mugrientos que les daba lástima como vivíamos. Así lo expresaban ellos ‘los usurpadores’, cuando se referían a nuestros Selk´nam. Me refiero a poderosos estancieros, que pagaban por la muerte de un indio. Así, de esta manera con la espada y con la cruz; fue instalada esta idea en esta tierra. Nadie nos preguntó nada, como dueños de estas tierras y tampoco nos dieron ningún tipo de explicaciones… y nos sometieron y nos arrebataron nuestras creencias, nuestros bosques, nuestros yowen. Nos arrebataron TODO”.
El libro tuvo una gran repercusión, alcanzando hasta la fecha tres ediciones, que fueron engalanadas con prólogos de Oscar Domingo Gutiérrez, Carlos Vega Delgado y José Luis Alonso Marchante, entre otros.
