lrededor de esta fecha, Lucas Bridges escribe el prólogo de la primera edición inglesa de ‘El último confín de la Tierra’. En ese texto agradece al escritor, profesor y aventurero suizo, naturalizado argentino, Aimé Tschiffely “su primera lectura a los manuscritos de ‘Uttermost’ y ‘sus atinadas sugestiones’. En 1951, Tschiffely escribió una biografía de Lucas a la que tituló ‘El hombre de la Bahía del Pájaro Carpintero’ que, en realidad, no pasa de ser un resumen del libro de nuestro personaje” (Lucas Potenze. Científicos y religiosos en Tierra del Fuego).
‘El último confín de la Tierra’ se editó en agosto de 1948 y Lucas Bridges falleció el 4 de abril de 1949, en la ciudad de Buenos Aires.
Tschiffely se hizo “famoso por haber realizado el tramo Buenos Aires-Nueva York a caballo, viaje que completó en poco más de tres años y tras el cual adquirió gran popularidad en Argentina y en Estados Unidos, habiendo aparecido en la portada de la revista National Geographic y sostenido una reunión con Calvin Coolidge, entonces presidente de Estados Unidos, mientras que en Argentina era aclamado como héroe nacional” (Wikipedia).
Antes de emprender su aventura, tuvo que sobrellevar las críticas de la prensa y personalidades porteñas que calificaban de delirio su iniciativa. “Tras realizar exitosamente su cometido, escribió el libro ‘Paseo de Tschiffely’ (en The Ride) (1933) en el que cuenta todo lo que aconteció desde su partida hasta su llegada en 1928 junto a sus dos caballos.
Tschiffely saltó “a la fama mundial y se trasladó con su esposa, la cantante de ópera Violeta Hume, a Londres, donde continuó con su carrera literaria (...) En 1937, regresó a Argentina y realizó un viaje en un automóvil, que le fue proporcionado por Ford, hasta Tierra del Fuego; registrando sus experiencias entre los nativos y su reencuentro con Gato y Mancha”.
Estos “eran descendientes directos de los caballos traídos por Pedro de Mendoza en 1535, los mejores caballos de Europa de aquella época, y éstos habían terminado viviendo en estado salvaje hasta su captura y re-domesticación por parte de los tehuelches. En un principio, Gato y Mancha pertenecían al cacique Liempichum y luego fueron adquiridos y proporcionados a Tschiffely por el veterinario Emilio Solanet. Los caballos criollos eran legendarios por su fuerza, su inteligencia y su resistencia” (Wikipedia).
