Rescatan las prácticas ancestrales de los últimos kawésqar
EL 9 DE AGOSTO DE 1995

Rescatan las prácticas ancestrales de los últimos kawésqar

09/08/2022
E

n la edición de este día, el diario chileno ‘La Época’ publica un artículo comentando la edición del libro “Cuando el cielo se oscurece (Samán arkachoé) Historia de vida, testimonio alacalufe de Alberto Achacaz Walakial”, cuyo autor, el periodista e historiador Carlos Vega Delgado, rescata sus recuerdos de cuando sus parientes sostenían prácticas ancestrales.
“El pueblo kaweshkar o alacalufe habitó durante 5 mil años los canales del sur de Chile. Su existencia es un sabio modelo de adaptación a una naturaleza que, ni con todo su poder, los occidentales han logrado enfrentar con el mismo éxito (…) El kaweshkar vive y habla de una manera más breve y simple que el español” (Revista Impactos N° 72. Punta Arenas, 2/9/1995).
El testimonio rescata los hábitos de “en el seno de una familia de canoeros que durante los años 30, 40 y 50 aún recorría los canales; de los juegos y las enseñanzas recibidas durante su niñez y juventud; de las técnicas de caza, pesca y recolección de moluscos y frutas silvestres, de la construcción de viviendas y embarcaciones (…) y la extraordinaria vivacidad en torno a la organización social”.
Achacaz Walakial reseñó: “nosotros no teníamos machis ni brujos. A uno cuando niño lo sanaban los padres y cuando grande se sanaba solo (…) Jefes tampoco teníamos. No nos gustaban los jefes porque uno se manda solo, cada uno anda en su embarcación y tiene su propiedad. Eso es lo que más importa. Cada uno se manda. Nadie se metía a mandarlo a uno. Uno decía ¡vamos a tal parte! Y ¡vamos andando nomás! “.
Recordó que la búsqueda de pareja tenía sus particularidades: “Cualquiera era bonita, cualquier mujer es buena (…) Las gordas eran más bonitas, porque son gordas, tienen buena cuerpada, grande para agarrar harta carne. Cuando uno tenía una mujer gorda significaba que uno era también un buen cazador. Al hombre que tenía una mujer flaca le decían que era flojo. Los hombres podían ser de cualquier manera, flacos, gordos o qué se yo. Cada uno a su gusto no más”.
Cuando recordó a sus padres, lo hizo con gran sensibilidad: “Eran de la zona de Jetarkté (Puerto Edén). Él tenía estatura mediana, era macizo, de pelo liso, ojos castaño claro y muy fuerte. Ella era del mismo tipo, pero de pelo bien largo. Era muy bonita y cariñosa con sus hijos. No nos besaba (…) pero si me acariciaba la cabeza, la espalda y nos hablaba con amor” (op.cit.).

Autor : Bernardo Veksler
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