ste día, la expedición comandada por Louis-Ferdinand Martial se propone explorar el litoral oriental del canal Beagle. Comienza “a rastrear y a sondar cerca de la costa sur de la Tierra del Fuego, en una hoyada en que la sonda indica profundidades de más de 600 metros, mientras que 1 o 2 millas más lejos aquellas no exceden de 70 metros. Esta depresión del suelo submarino no es más que la prolongación hacia el ESE de la vasta entrada denominada Bahía Sloggett, comprendida entre dos cordones de elevadas montañas que siguen más o menos la dirección anterior. Parcialmente colmado ahora, el espacio comprendido entre esas montañas ha dado origen a esta extensa bahía, en la cual fondeamos el día siguiente en la tarde” (L-F. Martial. Misión al Cabo de Hornos).
Martial experimentó que el “fondo disminuye con regularidad al acercarse a la orilla, y el resguardo sería excelente si la rada no estuviera completamente abierta a todos los vientos, desde el SO hasta el este pasando por el sur. Este fondeadero no podría por tanto ser aprovechado más que con los vientos de la parte norte, y no puede ser tomado por los buques que barloventean cerca de la costa”.
Dos días después, quiso “rastrear en los mismos lugares que la víspera, pero no permitiendo esta operación unos fuertes vientos del SO que producían una mar muy gruesa, fuimos a fondear en la Caleta Banner, al norte de la isla Picton; de allí salimos el 15 y el 17 fondeamos en Ushuaia. En este lugar encontramos la tripulación del buque alemán ‘Erwin’, de Bremen, asilada desde hace quince días antes en la misión. Este buque había salido de Liverpool cargado de carbón con destino a San Francisco, y el fuego prendió en su cargamento a 150 millas al oeste del Cabo de Hornos (…) los rápidos progresos del incendio obligaron a abandonar el buque dos días después; los 22 individuos que componían la dotación se metieron en tres embarcaciones, y, pocos instantes después la cubierta volaba por el aire y el buque quedaba convertido en una inmensa hoguera. Los náufragos, felizmente favorecidos (…) tuvieron una mar muy tranquila y pudieron ganar el abrigo de las tierras del Falso Cabo de Hornos después de 48 horas de esforzado trabajo (…) después de 9 días de grandes padecimientos ocasionados por el frío, pudieron llegar a Ushuaia, donde encontraron los alimentos y los cuidados requeridos por su estado” (op.cit.).
