n el número de este mes de la Revista del Museo de la Plata, se reproduce una carta que Thomas Bridges había publicado en el diario La Nación. El texto alude a una publicación anterior del gobernador fueguino Félix Paz.
“Los Ona son una tribu tan hermosa de hombre, como tal vez no se encuentra en parte alguna de la tierra, en lo que respecta a sus condiciones físicas y a sus aptitudes generales” (Los indios del último confín).
En otro párrafo recuerda la naturaleza hospitalaria que los nativos exhibieron en varias ocasiones. “Hace unos doce años que, habiendo naufragado en sus costas un número considerable de personas, ellos se constituyeron en guías, y los llevaron sanos y salvos hasta otro buque. Una nave procedente de las islas Falkland pasó asimismo varios meses, ocupada en el salvataje de la carga de un buque, en la caleta de Policarpo y en reparar el barco, manteniendo durante ese tiempo un amistoso intercambio con los naturales, que les prestaron la más cordial ayuda”.
Luego describe el buen trato que mantienen con los yámana y kawésqar. “Los Ona se mezclan con sus vecinos Yaganes del sur y se casan entre ellos, siendo sus respectivas lenguas” muy distintas. “El mismo intercambio conservan con los Alacaluf, sus vecinos del Oeste. No tienen canoas por dos razones: porque no hay árboles para hacerlas y porque las costas son tan abiertas y desabrigadas que impiden totalmente su uso”.
Más adelante aborda la conflictividad que introdujo la invasión consumada por los estancieros. “Para deportar los Ona de su país, sería menester emplear la astucia o la fuerza y destruir una gran parte de esa interesantísima tribu. Pero es un hecho que, para abrir su país a la empresa extranjera, no es necesario deportar, destruir, ni reducir a servidumbre a sus inofensivos ocupantes. Se les puede asignar un buen distrito, donde encontrarán estímulo y ayuda, pero no obligarlos a establecerse por la fuerza”.
Además de proponer escuelas especializadas para los nativos, una medida “sabia y honrosa”, como parte de “los beneficios que el gobierno argentino puede dispensar a los naturales (…) con los poderosos elementos de que el país puede disponer al efecto, se habría realizado una gloriosa tarea, mostrando el gobierno argentino que es sostén del débil, auxilio de los pobres y amigo y protector de todo su pueblo” (op.cit.).
