ste día, la corona española dispone la creación de la Real Compañía Marítima, con el fin de explotar la riqueza ictícola de los mares australes, a este objetivo económico se sumaban la necesidad de contemplar la defensa de las costas patagónicas y la colonización de la región.
La monarquía tomó en consideración la creciente incursión de buques loberos y balleneros por el Atlántico Sur, especialmente luego de las exploraciones llevadas a cabo por James Cook entre 1772 y 1775.
En los años anteriores varios proyectos privados fueron presentados para aprovechar la abundancia de cetáceos. La sociedad integrada por Tomas Antonio Romero y José Capdevila, en 1787, fueron autorizados para la pesca de bacalao y sardina en los puertos y costas patagónicas, pudiendo extenderse hasta San Julián y Cabo de Hornos. La empresa se inició con muy buen resultado, “prueba de lo cual fue la importante carga de bacalao del bergantín de la firma ‘Nuestra Señora de los Dolores’, que arribó a Montevideo en mayo de 1778, demostrando que además de la ballena podía promoverse otro tipo de pesca en los mares australes”. Estos resultados hicieron ampliar el espectro de caza a “ballenas, bacalao, arenques y lobos marinos” (Cristina Montalban y Ricardo Capdevilla. Histarmar)
La Real Compañía Marítima tuvo actuación “en el Rio de la Plata, con base en Maldonado -nombrado puerto menor para uso exclusive de la empresa- e Isla Gorriti, trabajando en la Isla de Lobos, aguas adyacentes y zona de Puerto Deseado”.
Además de San Julián, se previó otro en “Bahía Sin Fondo (golfo de San Matías); a los que se van a unir en la práctica otros dos, Floridablanca y San Joseph, todos comprendidos en el nuevo Virreinato del Rio de la Plata”.
La primera expedición “zarpó de Santander el 28 de noviembre de 1789, conformada por dos fragatas, la ‘Rey Carlos’ y la ‘Reina Luisa’, y la goletas ‘Vigilancia’ y ‘Unión’, con un total de 250 personas, fondeando en Deseado a fines de febrero. La compañía anduvo mal, los gastos eran mayores que lo producido, que, de acuerdo a los informes de fines de 1790, era escaso -según testimoniaban- por la depredación que efectuaban los ingleses”.
Las cosas no mejoraron y en 1803 se puso fin a la compañía, dejando en Puerto Deseado solo un destacamento, que luego fue evacuado a Carmen de Patagones en previsión de un ataque inglés.
