Lola Kiepja sufre aislamiento y soledad en sus últimos días
EL 30 DE SETIEMBRE DE 1966

Lola Kiepja sufre aislamiento y soledad en sus últimos días

30/09/2022
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lrededor de esta fecha, Lola Kiepja, la última selknam que vivía con sus hábitos ancestrales, subsistía aislada, incluso “pasó dos o tres días sin comer casi nada. Entonces el puestero se dio cuenta de que estaba gravemente enferma y fue a caballo al destacamento de Policía Rural del Lago Kami para buscar ayuda, volviendo con un policía en un tractor. La transportaron hasta el camino principal, desde donde fue llevada en automóvil hasta Río Grande, donde pocos días después murió en el hospital regional. Era el fin del invierno en Tierra del Fuego, el 9 de octubre de 1966” (Anne Chapman. Fin de un mundo).
Lola no quería abandonar la reserva. “Debido a su edad y a su salud precaria, el año anterior había sido llevada a Río Grande, pero allí había pasado los días sentada junto a una estufa, medio adormecida, cuando no la reprendía la dueña de la casa por haragana y sucia. Ese invierno estaba decidida a (…) no volver a salir jamás. Quise convencerla de que pasara el invierno con (…) Enriqueta de Santín, que vivía cerca de ella, y en un principio Lola estuvo de acuerdo, pero luego se negó. La última vez que fui a verla me acompañó Ángela Loij para quedarse con ella después de mi partida, pero sólo pudo estar algunos días. Entonces Lola quedó sola, salvo por las visitas diarias del puestero del Sr. Garibaldi –que le llevaba leña, carne y agua- y de algunos vecinos. El invierno de ese año fue crudo, con temperaturas de hasta 30 grados bajo cero, y Lola vivió prácticamente confinada en su choza por la nieve, desde julio hasta pocos días antes de su muerte”.
El contacto entre Lola y Anne Chapman fue muy productivo y afectuoso. Eso le permitió grabar cantos ancestrales y expresiones selknam que permitieron dar a conocer algunos hábitos culturales de esa etnia.
“Hacia el final de mi estadía, Lola pensaba que yo comprendía el selk´nam mejor de lo que sucedía en realidad. Mientras conversaba en su idioma, yo trataba de captar lo suficiente como para hacer breves comentarios. Afortunadamente, también me hablaba en español. Una de las palabras que más repetía era Koliot (carpa roja), nombre dado a los blancos por las carpas rojas usadas por los primeros policías llegados a la isla. ¡Koliot! era el grito de alarma cuando alguien divisaba uno o varios jinetes armados en el horizonte. Al grito todo el campamento se dispersaba como mejor podía” (op.cit.).

Autor : Bernardo Veksler
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