ste día, luego de analizar huellas dactilares de Jorge Raúl Vildoza y las de los distintos seudónimos que utilizó, Interpol confirma que el ex responsable del campo de exterminio de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) durante la dictadura militar, había fallecido en 2005 en Sudáfrica, donde residía.
“La mujer de Vildoza fue arrestada en 2012 y dijo que su marido estaba muerto, pero que lo habían cremado bajo un alias. Ahora, Interpol comparó las huellas dactilares que figuraban en el documento falso y las que pertenecían al represor” (diario Página 12. Buenos Aires, 14/10/2016).
Vildoza estuvo involucrado en la apropiación de bienes de víctimas y en operaciones financieras donde se utilizaban esos recursos mal habidos. Las escuchas que ordenó en su momento la jueza María Servini de Cubría “abrieron un camino de investigación hacia la empresa American Data SA, que se dedicaba al juego de azar” y que pertenecía a la familia Vildoza.
“Vildoza manejó casinos en Ushuaia, y esos casinos permitieron lavar el dinero de personas desaparecidas”, el represor “ya estaba prófugo cuando funcionaban los casinos acá, y las personas que administraban esos casinos de alguna manera colaboraban con la vida del prófugo” (declaraciones de José Sbatella, titular de la Unidad de Investigación Financiera. Sur54 24/3/2013).
Existen testigos de la presencia de Vildoza en Ushuaia, al menos dos veces. “Hay imputados abogados conocidos que garantizaron durante algún tiempo un funcionamiento cuasi normal de una empresa cuyos fondos no eran claros y cuyos dueños están prófugos desde hace 20 años”, concluyó Sbatella.
Vildoza fue uno de los principales jefes de la ESMA entre 1976 y 1980. En ese lapso se apropió del hijo de la desaparecida Cecilia Viñas Moreno de Penino.
Este joven, contó en una entrevista con Página/12, que a Vildoza le molestaba que lo acusaran de ladrón, pero el represor le reveló que participó en los vuelos en los que los secuestrados eran arrojados al mar. “Fue piloto en vuelos de la muerte. El volaba. Y tenía alto rango. Siempre cuando le tocó hacer el vuelo estaba a cargo del avión. Parece que hubo una cierta influencia religiosa. La idea era que ser tirados del avión vivos aunque dormidos era una forma humana y cristiana de llevar a cabo la ejecución. A mí me pareció un horror. Creo que se dio cuenta de que era algo difícil de explicar” (op.cit.).