ste día, el sacerdote salesiano Luis Carnino firma 69 actas de defunción ocurridas en los últimos ochenta meses. Con esta información se completa la estadística de mortandad, durante dos décadas, producida en la misión San Rafael de la isla Dawson. “De los 703 muertos de 1890 a 1910 alrededor del 80 % murieron de tisis pulmonar” (Juan Belza. En la Isla de Fuegos. Tomo I).
En esa estadística mortuoria, sólo en 635 casos quedó documentada la edad. Menores de 10 años: 244; de 11 a 20 años: 118; de 21 a 30 años: 128; de 31 a 40 años: 72; de 41 a 50 años: 44; de 51 a 60 años: 21; de 61 a 70 años: 8.
Otras fuentes aportan cifras distintas: En Dawson, “murieron al menos trescientos cincuenta niños y niñas Selk'nam menores de 5 años que habían sido capturados en Tierra del Fuego. El sacerdote Maggiorino Borgatello escribió un libro donde nos narra, con prosa extasiada, alguna de estas muertes prematuras: "cerró los párpados y se durmió plácidamente en el señor. ¡Cuán bella y envidiable fue su muerte". El cura continúa: "No pocas fueron las muertes semejantes a esta que yo presencié entre estos salvajes convertidos. Causaba envidia verlos partir de este mundo para la eternidad tan bien dispuestos, llenos de fe y alegría como si fueran a un festín. ¡Bien recompensadas son las fatigas de los misioneros con la salvación de almas tan bellas y queridas a dios! ¡Bien empleadas son las limosnas de los bienhechores que con su dinero concurren a una obra tan grande y tan santa!". Como vemos, el religioso no pierde ocasión de reivindicar la labor de los misioneros y, de paso, pedir dinero para la congregación” (Menéndez, rey de la Patagonia, en facebook).
Entre el primer bautizo (4/3/1889) de niños y el último (2/12/1910), fueron llevados “más de un millar de hombres, mujeres y niños pertenecientes a los pueblos originarios (…) Varias epidemias provocaron una terrible mortandad, sin que los religiosos hubieran previsto siquiera la presencia de un médico. Las enfermedades se cebaron especialmente en los más pequeños, como los niños y niñas de la fotografía, que murieron masivamente. Las fosas comunes situadas en Bahía Harris son hoy el testigo mudo y silencioso del trágico final de tantos seres humanos. Un holocausto del que fueron víctimas los pueblos que durante miles de años habitaron los canales e islas de la Patagonia en perfecta armonía con su entorno” (Menéndez…).
