ste día, los anarquistas Francisco Solano Regis y Salvador Planas Virella — que compartían lugar de reclusión con Simón Radowitzky- logran huir de la Penitenciaría Nacional. A último momento, Radowitzky fue llamado a la imprenta del presidio y queda impedido de fugarse.
La operación contó con ayuda del exterior del penal y con la complicidad de algunos de los guardias. Justamente, esa había sido la razón que las autoridades evaluaron con anticipación para decidir el traslado del joven militante al penal de Ushuaia: el temor de que la simpatía que concitaba Radowitzky entre el personal de la cárcel pudiera facilitarle la fuga.
Hasta ese momento, Ushuaia estaba reservado generalmente para criminales de extrema peligrosidad, pero con los años se fue haciendo más frecuente el hábito de encerrar allí a anarquistas y otros presos políticos.
Solano Regis y Planas Virella tenían en común haber atentado -y fracasado- contra la vida de presidentes de la nación: José Figueroa Alcorta y Manuel Quintana, respectivamente.
La revista Caras y Caretas así relató la fuga: “El hecho ocurrido en la Penitenciaría Nacional, el día 6 del corriente, a la hora de la siesta y en propias barbas de los centinelas, en verdad, que no tiene precedentes en la historia de las fugas metropolitanas. Esta evasión al por mayor fue preparada por los anarquistas Planas Virella y Solano Regis (…) Elementos de la cárcel y colegas de reclusión de Planas Virella y de Solano Regis, han favorecido el hecho. Los primeros -se afirma- haciéndose los ciegos en el momento oportuno, y los otros, practicando una cueva que pasaba por debajo de la muralla. Y para que nada faltara, de un coche de plaza que se acercó al agujero de salida (también en el momento oportuno) se arrojaron ropas para los (…) componentes de la cuadrilla. Luego, cambio de vestidos, un salto a la reja exterior, y a respirar en plena libertad”. Cuando los guardias “supervisaron el número de los presos, dieron cuenta de que faltaban trece reclusos (…) La fuga resultó un auténtico éxito. Francisco Solano Regis huyó a Montevideo, junto a su compañero Salvador Planas y Virella. Nunca se supo más nada de él” (Salta 12, 1/5/2022).
Radowitzky fue enviado a Ushuaia. Allí la única lectura que se le permitió fue la Biblia, fue sometido a malos tratos y torturas por liderar huelgas de hambre de los reclusos, en protesta por las malas condiciones del penal.
