ste día, Simón de Alcazaba Sotomayor, gobernador de la región más austral de América, inicia “la marcha hacia el oeste con doscientos hombres y cuatro capitanes: Johan Arias, Gaspar de Sotelo, Gaspar de Avilés y Rodrigo Martín. Recorridas unas diez o catorce leguas del trayecto calculado en ciento cincuenta, el Gobernador, el capitán Martín y quince o veinte hombres resolvieron regresar, cojos y enfermos, impedidos de cumplir las arduas jornadas por las ampollas que cubrían sus pies. Los demás continuaron con rumbo NO bajo el mando de Rodrigo de Isla”. Llegaron hasta el río Chubut. Siendo esta la primera incursión de europeos en el interior patagónico (Jorge A. Taiana. La gran aventura del Atlántico Sur).
Los expedicionarios sufrieron todo tipo de privaciones, fatiga y desorientación. Ese clima generó malestar y se produjo una sublevación. “Los capitanes Arias y Sotelo apresaron al jefe Rodrigo de Isla, el descubridor del río Chubut, y a los hombres que consideraban fieles al Gobernador y después de tenerlos amarrados un tiempo, los abandonaron en medio de la más lúgubre soledad (…) los sublevados, algunos con arcabuces y ballestas, divididos en grupos de verdaderos facinerosos, volvieron a la costa de un modo totalmente desorganizado. Uno o dos días antes que llegaran las bandas de amotinados, Don Simón fue muerto a puñaladas mientras dormía” y “su cuerpo fue arrojado al mar (...) Pocos días después se sumaban Arias y los alféreces Rincón y Carasa quienes dominaron ambas naves y pretendieron justificar los actos de violencia por haber sido malamente engañados por el Gobernador”.
Arias y Sotelo se propusieron quedarse con un navío y lo armaron “con la intención de irse a las Azores, declararse corsarios y atacar las naves que fuesen o volviesen de las Indias”. Pero, la dinámica de amotinamientos continuó y la semilla sembrada germinó, en este caso, consumiendo a los que la habían sembrado, quienes sufrieron una rebelión.
El portugués Alcazaba había logrado congraciarse con la corte de Carlos V, apoyado en su verborragia. Convenció a los cortesanos de “conocer las tierras de la Especiería y de China por haberlas visitado con su padre, en los años mozos”. Así, logró una nueva Capitulación del rey, con la creación de la provincia de Nueva León y su nombramiento como gobernador, que abarcaban las 200 millas al sur de la adjudicada a Pedro de Mendoza (op.cit.).
