ste día, la flota comandada por Hernando de Magallanes, mientras continúa anclada en San Julián, envía al navío ‘Santiago’ a explorar la costa hacia el sur. Su tripulación, al visualizar una gran ensenada, luego conocida como la desembocadura del río Santa Cruz, cree que se trata de la tan buscada vía hacia el Oriente.
“Las inspecciones en el terreno les llevó tres semanas, sufriendo una violentísima tormenta que empujó al barco a una playa de rocas; los tripulantes saltaron a tierra antes de que el mar destrozara por completo la embarcación. Algunos pudieron volver a pie hacia el puerto de San Julián y Magallanes ordenó buscar a los otros” (Stefan Zweig. Magallanes: La aventura más audaz de la humanidad. Citado en Fuego de encuentro y divulgación n° 1).
La expedición continuó su exploración y sumó complejidades en su navegación. “El 24 de agosto reanudó la travesía hacia el sur, pero a causa de los temporales aún tuvieron que guarecerse de nuevo durante varias semanas en el río Santa Cruz, donde los marinos se dedicaron a cazar y salar provisiones, hasta que el 18 de octubre pudieron levar anclas”.
Los contratiempos se siguieron presentando. “Frenados por vientos contrarios del sur, dando bordadas continuas, los navíos avanzaron sin perder de vista la costa hasta que el 21 de octubre, cuando a 52° de latitud, avistaron un promontorio que penetraba en el mar. Era el cabo Vírgenes (…) Tras doblarlo, vieron que un profundo canal se perdía en el horizonte, sin límite visible”.
“Como había hecho antes, Magallanes inspeccionó la zona durante varios días. Envió a las cuatro naves a recorrer las diferentes bahías y canales, a fin de cerciorarse de que no se hallaba de nuevo ante la desembocadura de un río. Esta vez las naves volvieron con la noticia anhelada por todos. El estrecho se ensanchaba, siempre con agua salada. Las naves exploradoras habían avistado el camino al nuevo océano”.
El 28 de noviembre la flota pudo navegar por el estrecho. El acontecimiento se celebró con salvas de cañón y Magallanes lloró, “dando gracias a Dios que le había dejado hallar lo que tanto deseaba”.
Así, los navíos pudieron internarse en la inmensidad del mar del Sur, “al que Magallanes no tardó en dar el nombre de mar Pacífico por la ausencia de tormentas y las aguas en calma” Pero, aún le quedaban 110 días para llegar a las islas conocidas luego como Filipinas, donde fue asesinado por nativos (op.cit.).
