n la edición de este día, la revista ‘Ojo’ aborda el estado crítico de la salud mental. La grave crisis social que afecta al país tiene una manifestación particular en la provincia. El efecto simbólico y real de vivir en una isla y la catástrofe económica que desarticula los mecanismos institucionales, hace que el individuo se vea empujado al desamparo.
Las consultas crecen, “los profesionales no dan abasto para responderlas adecuadamente y se producen récord de internaciones. La creciente demanda y la incapacidad de seguir atendiendo provocaron en el Centro de Salud Mental de Río Grande la inédita suspensión de la atención de pacientes nuevos. Los profesionales estiman que, por la caótica situación social, el cincuenta por ciento de nuestra sociedad sufre algún tipo de trastorno mental”, sostiene la portada de ‘Ojo’.
La crisis hace que el horizonte que cada uno se trazó comience a desplomarse, entonces, muchos individuos empiezan a sufrir nuevos padecimientos. “Los más vulnerables, los más débiles, los más expuestos son los primeros en reclamar una ayuda, una asistencia; muchos otros ni siquiera contarán con la voluntad o la capacidad de intentar buscarla. Según la OMS, sólo uno de cada cuatro pacientes recibe la atención psiquiátrica requerida”.
La psiquiatra Liliana Ponce explicó que las “consultas abarcan todo el abanico de trastornos psíquicos: desde los más graves, las esquizofrenias; pero también las enfermedades psicosomáticas, alcoholismo, adicciones, conflictos de parejas, depresiones, fobias, etc.”.
La afluencia de pacientes crece sin cesar, “sentimos que no damos abasto y la sensación es más agobiante que en años anteriores (…) porque no podemos darle el tiempo que necesitaría cada paciente y cada situación”.
Una profesional afirmó que “las consultas en salud mental, previsiblemente, siguen aumentando, y aparecen cifras récord en internación, en urgencias de guardia, en demanda de asistencia. Tanto en niños como en adultos. Es la primera vez en 15 años que tenemos que cerrar el espacio de admisión, donde escuchamos a los padres que consultan por primera vez por sus hijos. Y lo cerramos porque por más que los escuchemos no tenemos más espacios donde inventar turnos, esto también pasa en adultos solo que no es la primera vez que se sobresaturan las agendas”.
En Ushuaia la demanda también había superado a la oferta de asistencia.
Autor: Bernardo Veksler