lrededor de esta fecha, “el primer conflicto de peones rurales en la Patagonia (…) se originó en el establecimiento ‘Mata Grande’, que estaba bajo la responsabilidad de Guillermo Patterson en las cercanías de San Julián” (Ernesto Maggiori. Los años de la revolución en Patagonia 1918-1930).
Este reclamo gremial “comenzó cuando representados por el español Fernando Solana Palacios y el croata Mateo Giubetich, los trabajadores rurales solicitaron un aumento de sueldos. El reclamo no se solucionó y se transformó en conflicto, extendiéndose a las estancias cercanas. La policía, que obedecía sin cuestionamientos a los ganaderos, detuvo a los dirigentes”.
Pero la estocada represiva no amilanó a los peones y nombraron una nueva dirigencia, para reemplazar a los detenidos, encabezados por “el carpintero chileno Juan de Dios Figueroa”.
“Los hacendados se negaron a escuchar los reclamos y trajeron rompehuelgas del Norte que pertenecían a la ‘Asociación del Trabajo’. Inmediatamente cuando desembarcaron en San Julián, se produjo un primer hecho violento al enfrentarse policías y huelguistas”.
La huelga finalizó con la derrota obrera y ese cambio en la relación de fuerzas impuso un período de persecución “a los sujetos identificados con ideas libertarias. Fueron detenidas unas 68 personas, la mayoría de ellas de origen extranjero”.
Pero la semilla del conflicto había germinado. “En 1915, nuevas huelgas estallaron entre los obreros del frigorífico Switf de Río Gallegos. Hasta aquí todas estas fueron huelgas locales; recién en 1917 se intentó un primer paro regional general que concluyó sin éxito”.
Así como la insatisfacción de la vida obrera generaba oleadas de conflictos, la reacción de las autoridades y patronales operaban en consecuencia, frente a un fenómeno que los sorprendía por lo novedoso.
En 1916, “un telegrama emitido desde San Julián por Luis Pagola, gobernador interino del Territorio, instaba a organizar partidas volantes de policía para que recorrieran la región. Esto debe entenderse como un pedido de ayuda a las Guardias Blancas, pues aun no contaban con policía suficiente para cumplir con el pedido. El Gobernador estaba preocupado en cómo convencería a a las autoridades nacionales para incorporar agentes e instalar nuevos destacamentos en loa campaña capaces de controlar o de anticipar los movimientos huelguísticos que se vislumbraban” (op.cit.).