ste día, unas treinta personas comienzan la “construcción de la factoría en la Isla San Pedro de las Georgias del Sur, que hasta ese momento estaban deshabitadas” (Pablo Fontana. La pugna antártica).
El sitio elegido fue Grytviken, donde “además de la factoría, la Compañía Argentina de Pesca construyó una casa para los empleados y el administrador. Con tripulaciones argentinas y noruegas, ésta fue la primera empresa ballenera en actuar en los mares antárticos. Las chimeneas de sus barcos llevaban pintadas la bandera argentina”.
En Grytviken también ondeaba la bandera y “desde 1904 las leyes que regían eran las argentinas. Ese estado tomó posesión formal de las islas y al año siguiente, el 17 de enero, inició allí sus actividades la Oficina Meteorológica Argentina al instalarse en dicho lugar una estación meteorológica y magnética”.
A fines de enero de 1906, los británicos, “se hicieron presentes en la isla con el crucero HMS Sappho. El capitán del buque, M, Hodges, le dio a Larsen (responsable de la empresa) media hora para arriar la bandera argentina, de lo contrario los cañones de su buque abrirían fuego sobre el mástil. Así fue izado el pabellón sobre la isla y posteriormente lograron que los representantes de la isla firmasen un contrato el 8 de marzo”.
“Si bien el gobierno argentino fue informado, el fallecimiento del presidente Manuel Quintana dificultó la emisión de una protesta; lo que fue aprovechado por el gobierno británico para imponer su control sobre las islas”
A partir del 15 de octubre, todos los buques que recalaron en las ocupadas islas Malvinas, fueron comunicados por el gobernador designado por Londres que “todo lo ubicado al sur de Malvinas, acababa de convertirse en posesión británica”.
A pesar de esas bravuconadas, durante varios años, “el transporte de la Marina Argentina ‘Guardia Nacional’ visitó regularmente las islas para abastecer al personal de la Compañía Argentina de Pesca y en los años veinte fueron frecuentes las misiones científicas de ese país generalmente del campo de la biología (…) Según una fuente británica de primera mano, a fines de los cuarenta, la mayoría de este personal pasaba los inviernos en territorio continental argentino y para comunicarse entre ellos utilizaban una mezcla de español y noruego” (op.cit.).
La compañía prosperó y en los años treinta ya contó con un buque de 9.000 toneladas.
