¿De grieta en grieta?
Editorial

¿De grieta en grieta?

28/12/2023
S

in duda todo termina siendo la resultante del conocido proceso causa-efecto, más que evidente en el devenir político de nuestro país desde el regreso a la democracia. De Alfonsín a Menem sin escalas. Del desastre del grupo sushi con De la Rúa, helicóptero incluido, y el “que se vayan todos”, a cuatro presidentes en 520 días. De 12 años de Nestor y Cristina y el denominado Kirchnerato, a 12 horas de Pinedo. Del fracaso Macrista al estrepitoso fracaso Albertista, y del por sí o por no de Massa y la montonera de Bullrich que ponía bombas en los jardines de infantes a que por primera vez en la historia mundial un autodefinido anarco-capitalista presida un país, son ejemplos contundentes de que cada causa genera un efecto.

El hartazgo de buena parte de la población producto de la polarización política impulsada por el kirchnerismo, promoviendo una profunda división social fomentando una confrontación constante entre partidarios y opositores. La concentración del poder en manos del ejecutivo, limitando la independencia de los poderes legislativo y judicial, lo que puede considerarse un debilitamiento del sistema democrático, más el desastroso manejo de la economía y la percepción constante de corrupción en todo cuanto roza la política, generaron las condiciones para que  el león libertario de Milei resulte el presidente argentino electo con el mayor caudal de votos de la historia.

Ahora bien,  se dice que el soberano es sabio y quizá, más allá de lo que muchos pretendan suponer esto resulte siendo verdad.

La propuesta de intentar convertir la economía argentina en un laboratorio de ideas económicas radicales que en gran medida no se han probado en ningún otro lugar sedujo a más de 14 millones de personas.

Es cierto que el presidente tiene el apoyo de los votos, pero son los mismos votos que le dieron una mínima representación en las gobernaciones y en el Congreso, en el que apenas controla el 10% de los escaños del Senado y el 15% de los de la Cámara de Diputados. Realidad que, mal que le pese lo obliga a desarrollar las buenas artes de la política para lograr los consensos necesarios para llevar adelante su plan de gobierno.

El ahora presidente no puede olvidar que hasta hace pocos días era diputado, y denunciar públicamente que entre sus colegas hay coimeros, sin identificar con nombre y apellido a quién o quiénes se refiere es de una gravedad institucional de dimensiones, inaceptable para la figura del presidente quien como cualquier funcionario está obligado a denunciar la comisión de un delito. Salvo que sólo se trate de pretender reestablecer la inaceptable práctica del “carpetazo y apriete político”.

Puede que el presidente y sus seguidores estén absolutamente convencidos que la sociedad es mejor sin Estado y actúen en consecuencia con ese principio, lo que ni uno ni otros pueden hacer es desconocer los pilares de una República y los preceptos que la Constitución establece para su funcionamiento.

Continuar en el camino de la confrontación directa y la instauración de una nueva grieta no parece ser el camino más inteligente.

Caer en el extremo de pretender “apretar” a Senadores y Diputados con la acusación de coimeros si no le aprueban su tan cuestionado DNU es lisa y llanamente una barbaridad.

Suponer que tiene la facultad de ejercer una especie de ultra poder en el marco de la República, es otra.

Y pretender que cada vez que no se preste conformidad a sus iniciativas legislativas es atentar contra la libertad, es irse al carajo.

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